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Why you should lose your temper at work [Por qué deberías perder los estribos en el trabajo]

La gestión de las emociones en el entorno laboral, en especial de la ira, supone un desafío continuo. The Economist relata a través de varios estudios la importancia de dominar dicha emoción en nuestro día a día ya que, dependiendo de la persona, el enfado puede tener impactos tanto positivos como negativos. Por eso es importante aprender a modular la ira, soltarla solamente de vez en cuando y procurar no lanzarle nada a nadie por el camino.

Las jornadas de sensibilización se celebran para recordar a las personas las causas importantes y los comportamientos deseables. Entre otros, en febrero se celebra el Día Internacional de la Fraternidad Humana, el Día Mundial de la Justicia Social y (el favorito de todos hasta que se comercializó demasiado) el Día Mundial de las Legumbres. El Día Internacional de la Felicidad cae en marzo; tienes que esperar hasta noviembre para el Día Mundial de la Amabilidad.

La ira es demasiado objetable como para dedicarle un día especial. En Gran Bretaña se celebra una semana de sensibilización sobre la ira, pero el énfasis se pone en controlar los ánimos, no en ceder ante ellos. Sin embargo, en el lugar de trabajo, como en otros lugares, el enfado es más ambiguo de lo que parece.

Su lado destructivo es evidente. No es divertido trabajar con personas furiosas, y menos todavía si tienes que trabajar para ellas. Es probable que un jefe con mal genio infunda miedo entre los empleados y disuada a la gente de decir lo que piensa. La ira también puede ocasionar un mal desempeño. Cualquiera que alguna vez se haya sentido mal por leer un correo electrónico grosero o por culpa de un compañero de trabajo irrespetuoso, sabe que en estas circunstancias y de repente ya no importa nada más. Todo el poder cognitivo sobrante se redirige a pensar en humillaciones devastadoras de las que el malhechor nunca se recuperará; las otras tareas pueden esperar.

En un artículo sobre los efectos de la mala educación sobre los profesionales médicos, Arieh Riskin del Medical Centre Bnai Zone en Haifa y demás coautores, describen un ejercicio de formación en el que equipos de médicos y enfermeras israelíes trataron a un maniquí de bebé. Se unió al equipo alguien anunciado como un experto visitante de Estados Unidos, que ofrecía comentarios meticulosamente neutrales a algunos grupos y realizaba comentarios espontáneos y despectivos sobre la calidad de la atención médica en Israel a otros. Los equipos que habían sufrido comentarios negativos obtuvieron resultados de desempeño significativamente peores.

Estar enfadado todo el tiempo es una mala noticia tanto para las personas como para las organizaciones. Pero también lo es estar tremendamente satisfecho con todo durante todo el tiempo. Jeffrey Pfeffer, un profesor en la Stanford University que imparte un curso sobre cómo adquirir poder, reconoce que mostrar la ira es una habilidad importante para aquellos que quieren ascender en la escala corporativa. Está asociado con la decisión y la competencia (sin embargo, las mujeres enfadadas son más propensas a evocar emociones negativas entre otras personas que los hombres enfadados). Los médicos que se enfadan si son cuestionados por su diagnóstico no son juzgados por ser menos competentes; si muestran remordimiento, en cambio, los pacientes tienen una visión menos buena.

La ira puede tener un efecto galvanizador en circunstancias específicas. Un estudio de Barry Staw y demás coautores de la University of California, en Berkeley, analizaron las charlas en los medios tiempos que los entrenadores de baloncesto daban en universidades y escuelas de secundaria estadounidenses, y encontraron que la expresión de emociones negativas como la ira o la decepción hasta cierto punto estaba asociada con mejores resultados en la segunda mitad de los partidos. De todas formas, cuando los entrenadores alcanzaban la fase de “salírseles los ojos de las órbitas”, la ira comenzaba a tener el efecto contrario.

Se dan matices similares en las negociaciones. En un artículo escrito por Hajo Adam de la Rice University y Jeanne Brett de la Northwestern University, explican que a medida que la gente se enfada más, es más probable que obtengan concesiones. Pero estar mucho tiempo enfadado se considera inapropiado. A pesar de que las muestras de enfado puedan funcionar en negociaciones puntuales, también invitan al contraataque en interacciones posteriores.

La ira tiene diferentes efectos dependiendo del tipo de persona. La amabilidad es uno de los cinco grandes rasgos de la personalidad (“Big Five”) reconocidos por los psicólogos. Las personas más amables valoran la cooperación y la cortesía; las menos amables pueden ser más cínicas y se sienten más cómodas en los conflictos.

En un experimento realizado por Gerben Van Kleef y demás coautores de la University of Amsterdam, un actor dio feedback a equipos formados por personas con distintos grados de amabilidad. Las palabras eran las mismas en todo momento, pero en algunos casos el actor sonaba feliz y en otros parecía enfadado. Una evaluación enfadada impulsó a los equipos menos amables a hacerlo mejor que no los que recibieron una valoración más feliz (o con cara de póker); lo contrario se aplicó a los equipos formados por personas más amables.

A estas alturas el problema debería resultar obvio. La ira implica una pérdida de control. Por ello, para que resulte eficaz en el lugar de trabajo es necesario modularla cuidadosamente. Esto significa que la gente volcánica necesita encontrar formas de controlarse antes de arrojar invectivas en todas direcciones. También significa que las personas estables necesitan aprender a dejarse llevar de vez en cuando. Si hay espacio en el calendario para el Día Internacional del Jazz, entonces existen motivos también para tener el Día Mundial de las Manifestaciones Calibradas de Enfado.


“Why you should lose your temper at work”. The Economist, 29/02/2024 (Atrículo consultado online el 18/03/2024).

Acceso a la noticia: https://www.economist.com/business/2024/02/29/why-you-should-lose-your-temper-at-work

 

Resumen realizado por Paula Latorre Folch (factorhuma.org)

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Resumen realizado por Paula Latorre Folch (factorhuma.org)

La gestión de las emociones en el entorno laboral, en especial de la ira, supone un desafío continuo. The Economist relata a través de varios estudios la importancia de dominar dicha emoción en nuestro día a día ya que, dependiendo de la persona, el enfado puede tener impactos tanto positivos como negativos. Por eso es importante aprender a modular la ira, soltarla solamente de vez en cuando y procurar no lanzarle nada a nadie por el camino.

Las jornadas de sensibilización se celebran para recordar a las personas las causas importantes y los comportamientos deseables. Entre otros, en febrero se celebra el Día Internacional de la Fraternidad Humana, el Día Mundial de la Justicia Social y (el favorito de todos hasta que se comercializó demasiado) el Día Mundial de las Legumbres. El Día Internacional de la Felicidad cae en marzo; tienes que esperar hasta noviembre para el Día Mundial de la Amabilidad.

La ira es demasiado objetable como para dedicarle un día especial. En Gran Bretaña se celebra una semana de sensibilización sobre la ira, pero el énfasis se pone en controlar los ánimos, no en ceder ante ellos. Sin embargo, en el lugar de trabajo, como en otros lugares, el enfado es más ambiguo de lo que parece.

Su lado destructivo es evidente. No es divertido trabajar con personas furiosas, y menos todavía si tienes que trabajar para ellas. Es probable que un jefe con mal genio infunda miedo entre los empleados y disuada a la gente de decir lo que piensa. La ira también puede ocasionar un mal desempeño. Cualquiera que alguna vez se haya sentido mal por leer un correo electrónico grosero o por culpa de un compañero de trabajo irrespetuoso, sabe que en estas circunstancias y de repente ya no importa nada más. Todo el poder cognitivo sobrante se redirige a pensar en humillaciones devastadoras de las que el malhechor nunca se recuperará; las otras tareas pueden esperar.

En un artículo sobre los efectos de la mala educación sobre los profesionales médicos, Arieh Riskin del Medical Centre Bnai Zone en Haifa y demás coautores, describen un ejercicio de formación en el que equipos de médicos y enfermeras israelíes trataron a un maniquí de bebé. Se unió al equipo alguien anunciado como un experto visitante de Estados Unidos, que ofrecía comentarios meticulosamente neutrales a algunos grupos y realizaba comentarios espontáneos y despectivos sobre la calidad de la atención médica en Israel a otros. Los equipos que habían sufrido comentarios negativos obtuvieron resultados de desempeño significativamente peores.

Estar enfadado todo el tiempo es una mala noticia tanto para las personas como para las organizaciones. Pero también lo es estar tremendamente satisfecho con todo durante todo el tiempo. Jeffrey Pfeffer, un profesor en la Stanford University que imparte un curso sobre cómo adquirir poder, reconoce que mostrar la ira es una habilidad importante para aquellos que quieren ascender en la escala corporativa. Está asociado con la decisión y la competencia (sin embargo, las mujeres enfadadas son más propensas a evocar emociones negativas entre otras personas que los hombres enfadados). Los médicos que se enfadan si son cuestionados por su diagnóstico no son juzgados por ser menos competentes; si muestran remordimiento, en cambio, los pacientes tienen una visión menos buena.

La ira puede tener un efecto galvanizador en circunstancias específicas. Un estudio de Barry Staw y demás coautores de la University of California, en Berkeley, analizaron las charlas en los medios tiempos que los entrenadores de baloncesto daban en universidades y escuelas de secundaria estadounidenses, y encontraron que la expresión de emociones negativas como la ira o la decepción hasta cierto punto estaba asociada con mejores resultados en la segunda mitad de los partidos. De todas formas, cuando los entrenadores alcanzaban la fase de “salírseles los ojos de las órbitas”, la ira comenzaba a tener el efecto contrario.

Se dan matices similares en las negociaciones. En un artículo escrito por Hajo Adam de la Rice University y Jeanne Brett de la Northwestern University, explican que a medida que la gente se enfada más, es más probable que obtengan concesiones. Pero estar mucho tiempo enfadado se considera inapropiado. A pesar de que las muestras de enfado puedan funcionar en negociaciones puntuales, también invitan al contraataque en interacciones posteriores.

La ira tiene diferentes efectos dependiendo del tipo de persona. La amabilidad es uno de los cinco grandes rasgos de la personalidad (“Big Five”) reconocidos por los psicólogos. Las personas más amables valoran la cooperación y la cortesía; las menos amables pueden ser más cínicas y se sienten más cómodas en los conflictos.

En un experimento realizado por Gerben Van Kleef y demás coautores de la University of Amsterdam, un actor dio feedback a equipos formados por personas con distintos grados de amabilidad. Las palabras eran las mismas en todo momento, pero en algunos casos el actor sonaba feliz y en otros parecía enfadado. Una evaluación enfadada impulsó a los equipos menos amables a hacerlo mejor que no los que recibieron una valoración más feliz (o con cara de póker); lo contrario se aplicó a los equipos formados por personas más amables.

A estas alturas el problema debería resultar obvio. La ira implica una pérdida de control. Por ello, para que resulte eficaz en el lugar de trabajo es necesario modularla cuidadosamente. Esto significa que la gente volcánica necesita encontrar formas de controlarse antes de arrojar invectivas en todas direcciones. También significa que las personas estables necesitan aprender a dejarse llevar de vez en cuando. Si hay espacio en el calendario para el Día Internacional del Jazz, entonces existen motivos también para tener el Día Mundial de las Manifestaciones Calibradas de Enfado.


“Why you should lose your temper at work”. The Economist, 29/02/2024 (Atrículo consultado online el 18/03/2024).

Acceso a la noticia: https://www.economist.com/business/2024/02/29/why-you-should-lose-your-temper-at-work

 


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