Una organización es resiliente cuando posee la capacidad de resistir a la incertidumbre, a las crisis, a los cambios y situaciones conflictivas y de aprender de estas experiencias aprovechándolas para el progreso y no sólo como mecanismo de supervivencia.
El elemento que diferencia a la resistencia de la resiliencia es que en el segundo concepto la organización no sólo se limita a capear el temporal, sino que emerge transformada por las experiencias de la adversidad.
El término proviene del campo de la ingeniería, donde la resiliencia es la unidad que mide la capacidad que tienen los materiales de recuperar su antigua forma después de haber sido deformados por una presión externa. Deriva del latín resilire 'rebotar '.