El coronavirus ha revolucionado la concepción del trabajo tradicional y ello también ha acelerado la transformación de las ideas predominantes en torno al bienestar laboral y a las medidas que se aplican en las organizaciones para fomentarlo. No existe una definición única de dicho bienestar, dado que tiene un componente subjetivo. El bienestar laboral es un estado emocional del individuo generado por la autorrealización en el trabajo y debido a la interacción de diversas condiciones que actúan sobre el individuo, que provocan respuestas con efectos positivos en sus múltiples ámbitos de la vida.
El nuevo desafío cultural de la era post-covid pone de relieve que, ante los momentos difíciles que se han vivido con la pandemia, se ha tomado conciencia de la necesidad de que las organizaciones sean gestionadas de forma más humana y emotiva. Quizás ahora más que nunca como trabajadores/as necesitamos escuchar un '¿estás bien?', un '¿qué podemos hacer para ayudarte?' O, simplemente, un 'tranquilo, que lo estás haciendo lo mejor que puedes ¡y estamos aquí para escucharte!'
Las empresas han tomado conciencia de la importancia del bienestar de sus personas colaboradoras. Las organizaciones que aplican políticas de bienestar y salud se benefician de una mayor productividad, mejoran su imagen de marca y ven crecer la fidelización de sus trabajadores y trabajadoras.
Muchos programas de bienestar corporativo se han centrado en el apoyo al cuidado de uno mismo -sufragan el abono al gimnasio, aplicaciones de meditación, clases de yoga o con períodos cortos de tiempo libre pagado-, pero el cuidado también debería ser colectivo.