No hay duda de que la tecnología se ha convertido en un aliado estratégico para los seres humanos durante la pandemia de la Covid-19. Entre otras cosas, ha favorecido el contacto y la comunicación entre personas en un momento en que el distanciamiento social ha sido una de las estrategias de supervivencia. Sin embargo, para que la tecnología sea efectiva debe construirse y usarse de forma ética y responsable. El humanismo digital es una corriente de pensamiento que promueve poner la tecnología al servicio de la condición humana.
Tal y como afirma en su página web Joan Clotet, Humanista Digital, Digital Talent Advisor y miembro de la Comisión Consultiva de la Fundació Factor Humà, ser humanista digital “significa considerar el impacto en las personas desde el minuto cero de toda iniciativa e implica liderar desde ese lugar para generar confianza y valor a través de ellas. Supone utilizar la tecnología como palanca de cambio y generador de oportunidad para el mayor número de personas posible”, explica.
Según algunos expertos, nos encontramos ante el reto de pensar en un nuevo humanismo post-pandemia, que reflexione en torno al ser humano y su relación con la tecnología partiendo de la ética digital. Este nuevo humanismo debe evitar que caigamos en el error de concebir el progreso tecnológico como un fin en sí mismo, olvidando que es meramente un medio.