Cuando hablamos de entornos laborales tóxicos nos referimos a aquellos empleos en los que una serie de factores, como pueden ser las propias personas empleadas de la compañía, los/as líderes o sus máximos responsables, la atmósfera de trabajo, una cultura organizativa sentada sobre bases equivocadas, etc., causan graves trastornos en la vida de las personas y en la imagen y reputación de la organización.
Los entornos laborales tóxicos suelen ser resultado de empleadores y/o personas empleadas tóxicas que, motivadas por objetivos personales (poder, dinero, fama, estatus…), se sirven de medios poco éticos, incluso ilegales, para manipular y molestar a quienes les rodean, sin importar que con ello se cause un perjuicio a la compañía y a quienes en ella trabajan, pues su única motivación es el bien propio.
De este modo, nos referimos a un tema de cultura y valores organizativos que potencialmente puede derivar en un problema muy grave para cualquier empresa (reputación corporativa, rendimiento y beneficios económicos…), así como también nos podemos referir a personas concretas (empleados/as, cargos intermedios o jefes/as) que con su actitud negativa pueden acabar contagiando o haciendo daño al resto.