Bajo el nombre de presentismo nos referimos al conjunto de actitudes y prácticas que suponen la dedicación de una parte significativa de la jornada laboral a actividades que no tienen ninguna relación con las tareas propias del puesto de trabajo. En un sentido médico, también hablamos de presentismo cuando la persona va al trabajo enferma o no plenamente recuperada de una incapacidad temporal (IT). Podríamos hablar de un tipo de absentismo presencial cuyo impacto es más difícil de medir que el del absentismo y supone un importante coste oculto.
La imagen tradicional de la persona presentista que lee el periódico o hace llamadas personales ha dado paso, con la extensión y miniaturización de las TIC, a un nuevo tipo de presentismo basado en la consulta de páginas web o del teléfono móvil. Ante estas nuevas formas de presentismo, las tradicionales prácticas de restricción y control del tiempo se muestran poco efectivas. Hay que compatibilizarlas con un enfoque basado en la flexibilidad, en la confianza y en las políticas de conciliación.
Las causas del presentismo son multifactoriales. En algunos casos se explica por actitudes individuales de indolencia, pero en otros puede responder a problemas colectivos de clima y de motivación, o a la situación del mercado laboral (el sindicato UGT ha denunciado que cada vez más personas van a trabajar enfermas por miedo a ser despedidas). Una de las causas más importantes se encuentra en algunas culturas organizativas, propiciadas por jefes que valoran a las personas que alargan voluntariamente las horas de la jornada laboral, que no realizan una buena definición de las fases de los proyectos (síndrome del proyecto infinito) o bien que no tienen en cuenta los requerimientos de la vida personal y familiar para fijar los horarios y las reuniones.