Cuando hablamos de entornos laborales tóxicos nos referimos a aquellos empleos en los que una serie de factores, como pueden ser las propias personas empleadas de la compañía, los/as líderes o sus máximos responsables, la atmósfera de trabajo, una cultura organizativa sentada sobre bases equivocadas, etc., causan graves trastornos en la vida de las personas y en la imagen y reputación de la organización.
El Foro Económico Mundial elabora un código de conducta para el personal interno y el conjunto de los asistentes. De este modo, la organización del evento ha querido dejar por escrito lo que está prohibido o perseguido durante el foro, como la discriminación o el acoso, así como algunas pautas de actuación ante situaciones difíciles de gestionar, como puede ser el ofrecimiento de un regalo.
La justicia francesa reconoce la presión ejercida por parte de la compañía France Télécom sobre los trabajadores durante la ola de suicidios de hace una década. En consecuencia, el exconsejero delegado, el número dos y el antiguo director de Recursos Humanos han sido condenados a un año de cárcel y deberán pagar una multa de 15.000 euros.
Parece que hay pocas dudas de que el lugar de trabajo más destacado de Estados Unidos también resulta el más disfuncional. Fast Company ofrece una guía para gestionar entornos laborales tóxicos a partir de la audiencia que se está llevando a cabo contra el Presidente Trump en el Capitolio. En ella se recomienda, entre otras cosas, mantenerse frío, explicar lo que ocurre o recopilar pruebas.
En el mundo laboral, la letra T está mucho más estigmatizada que las LGB. Por eso, a falta de datos oficiales, se estima que la tasa de desempleo en este colectivo oscila entre el 70% y el 80%, con el añadido de que sus miembros suelen acabar en sectores y trabajos altamente precarios e inseguros. REDI y CC OO ofrecen varias recomendaciones para crear entornos inclusivos y seguros.
Solo el 8% de ellas denuncian, mientras los expertos llaman a hacer pública esta violencia. En el 60% de los casos quienes ejercen el abuso son los jefes de las víctimas, dice UGT.
En este documento nos referiremos a las herramientas que las organizaciones ponen o deberían poner al servicio de sus personas colaboradoras para que puedan alertar de irregularidades detectadas en la empresa o institución: corrupción, fraude, acoso o cualquier incumplimiento de la ley o la normativa y la ética corporativas. En inglés, la acción de delatar en este contexto se denomina whistleblowing. El fenómeno tiene mayor trayectoria en el mundo anglosajón.
El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), el mayor organismo público de investigación en España, está enviando estos días una encuesta a toda su plantilla para conocer la incidencia del acoso sexual entre sus trabajadores. Este estudio, en el que se invita a participar a los 11.000 empleados de la institución, se realiza a petición de la Comisión de Igualdad del CSIC.
Co-resol es una aplicación móvil que facilita la comunicación y denuncia de los conflictos en el entorno de las organizaciones. En las corporaciones donde se ha implantado esta app, los trabajadores pueden hacer de whistleblowers, o alertadores, y denunciar cualquier situación que hayan observado o vivido de forma segura y confidencial, e incluso anónima, con el objetivo de detectar los conflictos rápidamente y poder actuar antes de que sea demasiado tarde.
En mayo del año 2021 los canales de denuncia ya serán obligatorios para todas las empresas de más de 50 empleados para perseguir irregularidades internas. También deberán hacerlo las empresas con un volumen de negocio superior a 10 millones de euros anuales. Alrededor del whistleblowing surgen algunas controversias como si deben permitirse o no las denuncias anónimas.
La Fiscalía francesa ha pedido las máximas penas que permite la legislación contra France Télécom y contra su antigua cúpula directiva en el proceso por acoso de empleados, a la que se responsabiliza de múltiples suicidios y tentativas hace una decena de años. Según el relato de la acusación, Lombard y los otros encausados tenían conciencia de las consecuencias de los métodos que aplicaban, a los que recurrieron para poner a los trabajadores bajo presión.
En todos los sectores de actividad podemos encontrar entornos de trabajo tóxicos, dónde la convivencia es difícil y el estrés inevitable. The Economist presenta el sorprendente caso de Amnistía Internacional, una ONG centrada en la protección de los derechos humanos de la que ahora se ha publicado que tiene serios problemas internos relacionados con su clima laboral.
El Estatuto de los Trabajadores y la normativa de prevención de riesgos laborales obligan a las compañías a establecer medidas para proteger tanto la salud de la plantilla como sus derechos. Es por eso que sucesos como el de la empleada de esta empresa de automoción pueden conllevar una sanción si no se actúa contra el hostigamiento.
Una mujer de 32 años se ha suicidado en Madrid después de que se haya difundido un vídeo de carácter sexual grabado hace cinco años. Verónica, madre de dos hijos, se quitó la vida el pasado sábado tras comenzar a compartirse la grabación por Whatsapp entre sus compañeros de trabajo de la fábrica de camiones CNH Industrial, del grupo Iveco.
En el banquillo se sientan siete ex altos ejecutivos de la antigua empresa pública gala France Télécom, hoy Orange. Al otro lado, 20 de las 39 víctimas reconocidas de un sistema laboral de maltrato y acoso moral esperan una condena ejemplar. Las 19 restantes, entre 2007 y 2010, decidieron poner fin a su vida debido a la presión sufrida en el trabajo.
Entre 2007 y 2010 una ola de suicidios en la compañía telefónica France Télécom, hoy Orange, puso en entredicho algunos de sus métodos de gestión de personal que tuvieron efectos en la salud mental de los trabajadores. Es por eso que siete de sus exdirigentes comparecen ahora ante el Tribunal Correccional de París bajo la acusación de "acoso moral".
El impulso del movimiento Me Too ha tenido un alcance global que se ha notado en una mayor judicialización de los casos de acoso sexual laboral en España. También en un incremento de las denuncias internas en las empresas, que se enfrentan a cuantiosas multas y responsabilidad civil e, incluso, penal por un comportamiento negligente en la gestión de estos casos.
A pesar de que el 15% de los trabajadores sufre ‘mobbing’, apenas hay condenas por este delito. Esto se explica por la complejidad probatoria que suele acompañar a todo maltrato, puesto que se desarrolla en ámbitos privados, y por la difícil comprensión que muestran algunos jueces del ámbito penal por este delito.
La baja tasa de paro de EE UU les ha envalentonado para protestar por las políticas de protección de las mujeres en el trabajo. La compañía pagó altas cantidades a ejecutivos para que dejaran la empresa tras ser acusados de mala conducta, según el New York Times. Las demandas de los manifestantes incluían el nombramiento de un representante de los empleados en el consejo.
"Cuando tu ambición te permite no ser tan empático, el camino es más corto para llegar al objetivo." El actor y director catalán Pau Roca presenta en La Villarroel Bull, una adaptación de esta "comedia ácida" del británico Mike Bartlett, que "habla de la condición humana y del acoso laboral de manera descarnada, sin concesiones," trasladando la violencia de los toros al escenario de una oficina.
El pasado año finalizó con 48 mujeres fueron asesinadas por sus parejas o ex parejas y 8 niños que perdieron la vida a manos de sus padres. El Pacto de Estado contra la Violencia de Género comenzará a materializarse en 2018. Pero, la parte legal no es la única que hay que poner en marcha para erradicar esta lacra. CEAL ha impulsado un protocolo para la detección y tratamiento desituaciones de violencia de adscripción voluntaria.
El número de denuncias por acoso sexual ha aumentado sustancialmente en detrimento del número de agresiones que no ha ascendido. No obstante, solo el 14% de las mujeres que han sufrido este acoso se han atrevido a denunciarlo, y tan solo un 1% de las denuncias han acabado en condena.
El caso del productor Weinstein pone sobre la mesa las agresiones en el trabajo. El machismo rezuma toda la sociedad y se manifiesta en todas las facetas del día a día, incluido el trabajo. En España, una ley poco precisa y el miedo a denunciar dificultan su erradicación.
La violencia en el trabajo constituye un síntoma social o institucional a descifrar. Su tratamiento adecuado exige que se tome como índice u orientación de un desorden o conflicto que impide el logro de los objetivos organizacionales, poniendo en cuestión el sistema organizativo o la organización misma. Esta perspectiva es irrenunciable si apostamos por un modelo de empresa saludable.
La Generalitat de Catalunya ultima con los sindicatos un borrador de protocolo para mejorar la seguridad de sus trabajadores que incluye conceptos como abuso, agresiones, acoso sexual y homófobo, amenazas o intimidación.
Estamos ante un asunto que continúa oculto socialmente, porque el clima organizacional español es aún tolerante con este tipo de comportamientos. A pesar de que la Ley de Igualdad de 2007 estableció protocolos específicos para la lucha contra este tipo de abuso, cunde la sensación de que si se denuncia, la víctima acabará perdiendo el empleo. Y si no lo hace, probablemente también, porque en muchos casos estas mujeres acaban renunciando, camuflando su caso dentro de las bajas voluntarias.
En lo que va de año ya son 439 las personas en Cataluña que han denunciado situaciones de acoso en sus empresas, seis veces más que hace dos años. Inspección de Trabajo sólo ha podido actuar en 44 de los 439 casos y la mayoría de situaciones acaba con la salida del trabajador de la compañía.
El Tribunal Superior de Justicia de Cataluña ha reconocido como accidente laboral el suicidio de un guarda forestal al considerar que la decisión de quitarse la vida fue consecuencia de la presión que sufría por su trabajo.
Los funcionarios que trabajan en las oficinas de empleo (el antiguo Inem) cuentan, desde el pasado 1 de abril, con un seguro específico que les cubre los gastos jurídicos que les generen las agresiones verbales o físicas que sufran durante el desempeño de su actividad.
Según Iñaki Piñuel, considerado uno de los principales expertos en acoso laboral en España, el acoso psicológico en el trabajo está caracterizado como una acción "continuada y deliberada" y no es una cuestión subjetiva que se produce en la mente de la víctima, sino algo "registable y cuantificable".