Es cada vez más habitual que los empleados cuenten con canales anónimos online, como Glassdoor, para dar su opinión acerca de la gestión de la organización en la que trabajan. Para Fast Company, las críticas feroces no son un plato del agrado de nadie pero, bien gestionadas y empezando a practicar el perdón y la empatía, pueden ayudar a mejorar el liderazgo y la cultura corporativa.
Ya lo dice el aforismo: “Es difícil gestionar la abundancia, pero más difícil es gestionar la miseria”. Cuando vienen mal dadas y corren aires de crisis en la empresa, es imposible no sentir el frío en el pescuezo y la tensión se propaga por el ambiente. Para evitar que los malos tiempos se lleven lo mejor de un equipo hay remedios, y ninguno incluye ignorar lo que está ocurriendo.
Es la nueva teoría laboral que llega de Silicon Valley: el candor radical, una corriente que invita a ser radicalmente sincero en tu puesto de trabajo sin dejar de ser amable con tus compañeros. Sus ideólogos dicen que los equipos funcionan mejor si se fomenta la crítica. ¿Estamos listos para oír la verdad? Empresas de Estados Unidos, Canadá o Londres están ya poniendo en práctica la fórmula.
La Fundació Factor Humà ha colaborado con La Vanguardia en un artículo que habla de la urgencia de poner énfasis en los intangibles que acentúan la competitividad, como es el compromiso. Han colaborado en su elaboración: Jordi Garriga, Socio Director General de la consultora e-Motiva; Irene Porta, Directora de Comunicación Interna de MC Mutual; y Anna Fornés, Directora de nuestra Fundació.
Entrevista de "La Contra" de La Vanguardia a Timothy Gallwey, pionero de la psicología deportiva y autor de 'El juego interior del tenis': "Las críticas a espaldas de los demás –y eso es una cultura– son malas para la economía; en cambio, las críticas a la cara son el motor de la economía. Son las que nos permiten mejorar. Pida a todos que le critiquen."
Tu lenguaje corporal o una actitud distante pueden emitir señales no deseadas. Pide ayuda, pregunta a tus colegas. Una autocrítica honesta es la única salida a una más que probable pérdida de autoridad.
Conocimiento, acción y persona deben ir así de la mano, ya que es la forma de trascender los análisis parciales y sesgados, y evitar el muy probable y paulatino ensanchamiento del ego, la confusión entre rol y personalidad. Los profesores Castiñeira y Lozano dan la vuelta a la actual idea del líder: la grandeza de quien dirige es su capacidad de estar conectado con la vida en un sentido amplio.