Nadie sabe cuál será la herencia de la pandemia en el trabajo, pero sí es muy probable que todo acabe siendo diferente. Sólo hay que ver cómo se ha multiplicado el teletrabajo para prevenir nuevos contagios de la Covid-19 así que, entre muchas personas trabajadoras, ahora son frecuentes las preguntas sobre cuál será el futuro y si el trabajo en remoto ha venido para quedarse. Mediante el libro El trabajo ya no es lo que era, Albert Cañigueral intenta aportar elementos de reflexión y algunas respuestas para ayudar a navegar entre todas estas incertidumbres que ha traído la pandemia.
Cañigueral se graduó como ingeniero multimedia y trabajó en esta especialidad (primero en Televisió de Catalunya y luego en la multinacional ADB Global), pero en 2011 se cansó de permanecer en el mismo sector tantos años, fundó el blog Consumo Colaborativo e inició la carrera como consultor y divulgador independiente en el ámbito de las plataformas digitales. Salió así de los patrones del trabajo tradicional, un concepto que en el libro recuerda que está viéndose minorizado a pasos agigantados. En este tiempo ha ayudado a construir la comunidad-red Ouishare vinculada a la economía colaborativa (es el Conector Ouishare para España y Latinoamérica) y también es autor del libro Vivir mejor con menos. Descubre las ventajas de la nueva economía colaborativa (Conecta, 2014).
Cañigueral comienza el libro interpelando al lector, recordándole que a todo el mundo le han preguntado alguna vez de pequeño sobre lo que querrá ser de mayor. La respuesta suele estar muy condicionada por lo que cada uno experimenta en su entorno más próximo, pero vivimos en un entorno tan cambiante que el autor considera que preguntas como "¿Qué quieres ser de mayor?", "¿Qué has estudiado?" o "¿A qué te dedicas?" son cada vez más difíciles de responder, más irrelevantes e, incluso, "tienen un punto de absurdas". Lo sostiene ante previsiones como que se estima que la mitad de los trabajos que habrá en 2030 no existen en el presente. Pero no hay que ir tan lejos: algunos informes indican que, hoy en día, ya sólo una de cada tres personas se dedican a lo que han estudiado. Así que el autor plantea que hay que hacerse mejores preguntas que pongan sobre la mesa los retos del futuro del trabajo, de las personas trabajadoras, de las organizaciones y de la sociedad en general, ya que al menos hasta ahora ha seguido centrada y diseñada alrededor del trabajo tradicional.
Entre todas las preguntas a hacerse hay una recurrente que se puede considerar como La Pregunta, y que Cañigueral formula así: "¿Cómo se puede, desde los planos personal y colectivo, garantizar que los avances tecnológicos también generan avances sociales para todos? ". Pone mucho énfasis en la idea de que "ir a trabajar" ya no es sinónimo necesariamente de ir al mismo lugar ocho horas al día durante 20, 30 o 40 años. Considera que la realidad del trabajo es mucho más dispar de lo que pintan los informes y estadísticas oficiales, por lo que pide que la nueva diversidad de relaciones laborales sea reconocida, medida y acompañada desde los ámbitos social y legislativo. "Necesitamos nuevas narrativas y normativas, que equiparen los derechos y deberes de las diversas formas de trabajo existentes en el año 2000", subraya. Con una sola frase de Tom Malone, profesor de la Sloan School of Management del MIT, es suficiente para hacerse una idea de esta necesidad: "Mi padre tuvo un solo trabajo toda su vida, yo tendré siete trabajos diferentes a lo largo de mi vida, mis hijos tendrán siete trabajos a la vez ". Cañigueral matiza que este nuevo paradigma no significa que vaya a desaparecer el trabajo tradicional. "No se trata de elegir entre lo que es tradicional 'O' lo que es nuevo, se trata de la coexistencia entre lo tradicional 'Y' lo que es nuevo", puntualiza.
En el imaginario colectivo laboral seguimos anclados en el trabajo tradicional (por cuenta ajena, con contrato indefinido y a tiempo completo) como la forma mayoritaria y predominante de empleo, pero en todo el mundo crece el número de trabajadores con relaciones laborales no tradicionales, hasta el punto que el autor pronostica que tarde o temprano lo que no es estándar pasará a ser estándar (se ve más acentuado aún entre los jóvenes). Un hecho no exento de dificultades, ya que toda ocupación no estándar suele estar asociada a tener dificultades de acceso a las protecciones sociales. Por ejemplo, no fue hasta dos meses después del confinamiento domiciliario por la Covid-19 que las trabajadoras del hogar pudieron pedir el subsidio extraordinario por cese de la actividad. "¿Crees que estas personas tienen ahorros para sobrevivir este tiempo sin cobrar?", plantea Cañigueral. En todo caso, el autor del libro sostiene que muchas personas vivirán los cambios en los modos de trabajar como innecesarios y como contrarios al orden natural de las cosas. "No será un camino cómodo. Experimentaremos miedo al cambio, a perder lo que conocemos", reflexiona, pero sostiene que habrá que superarlo "para construir futuros deseables con una mirada colectiva".
Es con la voluntad de ser brújula, lanzando preguntas y planteando propuestas, que Cañigueral ha querido escribir este libro. Está pensado para hacer una lectura lineal, si bien cada capítulo se puede leer de forma individual sin necesidad de haber leído el resto de apartados. Tras el introductorio, en el segundo capítulo repasa algunos de los mitos y narrativas más establecidos alrededor del trabajo: ¿Por qué trabajamos y cómo lo hacemos? ¿Es el trabajo asalariado el mejor invento de la humanidad? ¿Los robots nos quitaran el trabajo? Trata de encontrar respuestas ofreciendo perspectiva histórica y propone pensar en cómo combinar las competencias tecnológicas y las humanas, pero precisando que esto no tiene por qué significar necesariamente que un robot pasará a ser nuestro jefe.
En el tercer capítulo describe que el mayor impacto de la tecnología en el trabajo del siglo XXI es la fragmentación de las relaciones laborales, con tendencias como la externalización (mediante las subcontrataciones) y que se ha acelerado con la llegada de las plataformas digitales, las cuales cree que tarde o temprano acabarán extendiéndose a cualquier sector y actividad. En este contexto, según Cañigueral, se han generado grandes retos (la carrera laboral se hace más difícil, se puede estar sujeto a un jefe que es un algoritmo...) pero, a la vez, muchas oportunidades (como las pocas barreras de entrada o la flexibilidad, resumida como "lo que quieras, cuando quieras y donde quieras", siendo la cara más visible ahora los riders que entregan comida a domicilio). El autor sostiene que, de todos modos, este modelo no tiene por qué ser sinónimo de trabajo precario. Lo argumenta con las nuevas aplicaciones de plataformas para encontrar trabajos temporales (como MyWorkUp en España) o bien las plataformas de freelance (empezando por las globales Freelancer.com, Upwork y Fiverr, y también las exclusivas para los trabajadores más expertos en un campo). Toda esta heterogeneidad le lleva a afirmar que "el trabajador de plataforma no existe", en el sentido de que no hay un estándar ni todas las plataformas son iguales. Dicho de otro modo, que hay mucho campo por recorrer más allá de convertirse en rider, que es sólo una de las expresiones de las plataformas emergentes.
En cuanto al cuarto capítulo, expone cómo las personas trabajadoras, las organizaciones y muchos otros elementos del sistema laboral (pensiones, educación, sindicatos, reguladores, etc.) están reaccionando ante estos nuevos paradigmas laborales. En estos ámbitos trata aspectos como la necesidad de no dejar nunca de aprender y otros que pueden chocar al que ha estado acostumbrado básicamente sólo al modelo tradicional, como el de las voces que pronostican que la jubilación acabará siendo a los 80 años. Cañigueral confiesa que es cercano a planteamientos como el de Heather E. McGowan, la cual propone que, tras unos años iniciales de formación, iremos saltando continuamente entre momentos de trabajo, de formación y de otros donde estaremos retirados de toda actividad, rompiendo así el antiguo paradigma de vida con tres etapas: educación, trabajo y jubilación. Es indudable plantearse en un contexto así qué pasará con las pensiones. En 2021 la edad de jubilación en España está fijada a los 66 años.
En el quinto y último capítulo, el mismo autor confiesa que lo arranca de manera medio pesimista, analizando algunos de los errores que identifica en el sistema presente y que, según Cañigueral, obligan a revisar los acuerdos sociales acerca del trabajo. Esta necesidad la ejemplifica con algunas constataciones surgidas durante la pandemia, como que los trabajadores atípicos y, por lo tanto, aquellos en expansión y que no encajan en el modelo tradicional, son a la vez los más desprotegidos. Para compensar su pesimismo, cierra el capítulo con siete utopías sobre el futuro del trabajo, vinculadas a cultivar un nuevo lenguaje en paralelo a la evolución de los trabajos: aceptar la diversidad, asumir que el futuro es colectivo, que es necesario que haya buen trabajo y buenas empresas, tener derechos garantizados "por ser y no por hacer", una tecnología para un mundo mejor y un trabajo con bajas emisiones contaminantes. También sugiere cómo seguir aprendiendo conjuntamente sobre nuevas maneras de trabajar y otras maneras de vivir.
Jordi Bes
factorhuma.org
ISBN 978-84-16883-92-9
Libro en castellano