Henry Mintzberg, reconocido profesor especializado en gestión, expone en este libro una profunda reflexión sobre la necesidad de un equilibrio entre lo público, lo privado y lo plural. Sus estudios le han llevado a la conclusión de que en los últimos años se ha pasado de una sociedad de mercado a una sociedad de las corporaciones en la que los intereses corporativos se pueden estar imponiendo sobre los intereses sociales, provocando un peligroso y nocivo desequilibrio.
Artículo El triunfo del equilibrio, en La Vanguardia, 12/07/2015.
Mintzberg dice que en 1989 no triunfó el capitalismo sino unas sociedades equilibradas.
Fue nombrado doctor honoris causa por Esade en el año 2008 y en Barcelona tiene un firme grupo de seguidores. Henry Mintzberg (Montreal, 1939), ingeniero mecánico, doctor por la MIT Sloan School of Management de Boston, profesor de la Universidad McGill en Montreal, lleva cuatro décadas siendo la conciencia crítica y razonada del campo que estudia con éxito: el management.
En 1975 publicó un artículo en la Harvard Business Review en el que mostraba lo que efectivamente hacían los directivos más allá de ser esos directores de orquesta casi robóticos y perfectos que se suponía que eran: examinando sobre el terreno lo que los ejecutivos hacían día a día, encontró con que rara vez podían trabajar más de media hora sin interrupciones una vez cada dos jornadas. Normalmente no disponían de más de diez minutos para cada cuestión y podían tener 50 proyectos en marcha, pero todos delegados. Los altos ejecutivos empleaban tres cuartos de su tiempo en hablar. Concluía, pues, que el management consiste fundamentalmente en procesar información, hablando y sobre todo escuchando.
Tesis que ha ampliado en libros como Directivos, no MBA’s, donde señala que las escuelas de negocios están obsesionadas por los números, por hacer del management una ciencia, enseñando análisis cuando lo que requiere la gestión es sobre todo síntesis. “La filosofía del método de lcaso de estudio es que simulas una práctica de management sobre la base de leer un estudio de 20 páginas. George W. Bush fue a la Harvard Business School y no creo que leyera ni esas 20 páginas. Pero es un ejemplo de cuan desastroso puede ser ese tipo de acercamiento”, ha afirmado. Por eso cofundó en los noventa el International Masters in Practicing Management, una suerte de antiMBA centrado en la práctica y en compartir competencias.
Pero Mintzberg es bastante más crítico con el mundo de los negocios actual: “Cualquier director general que se permite ser pagado 400 o 500 veces más que sus trabajadores no es un líder sino un explotador, aunque puedes lograr mucho dinero siendo un explotador”, ha afirmado. Y ahora se publica en España su ensayo La sociedad frente a las grandes corporaciones, un grito contra los desequilibrios actuales. Minztberg dice que cuando el bloque comunista cayó en 1989 lo que triunfó no fue el capitalismo, sino el equilibrio. El equilibrio que existía en los países occidentales entre los sectores público, privado y un tercer sector que llama plural y que a veces, recuerda, se etiqueta como sociedad civil o instituciones sin ánimo de lucro. Para que una sociedad sea equilibrada, dice, los tres sectores deben ser fuertes.
Pero, denuncia, la mano invisible del mercado de Adam Smith se ha convertido hoy en EE.UU. en la garra visible de los lobbies corporativos en el Congreso. “Cuando una economía de libre empresa se convierte en una sociedad de empresas libres los ciudadanos dejan de ser libres”, señala. Y advierte que para recuperar el equilibrio y dejar de consumir el planeta –incluidos a nosotros mismos bajo el epígrafe de recursos humanos– es necesaria una mayor responsabilidad social corporativa, pero que no sustituirá a la irresponsabilidad social corporativa. Y avisa de que esperar una actuación decidida de los gobiernos democráticos será inútil mientras continúen dominados por derechos adquiridos de naturaleza privada. En su opinión, sólo hay un sector, el plural, que tiene la capacidad de cambiar las cosas: tendremos, dice, que comprometernos más en movimientos e iniciativas sociales y enfrentarnos a prácticas destructivas y sustituirlas por otras constructivas.
Y recuperar el concepto de bien común, que ya está volviendo con fuerza: recuerda que Benjamin Franklin renunció a patentar su famosa estufa salamandra y Jonas Salk tampoco quiso patentar su vacuna contra la polio. Fueron emprendedores sociales. Hoy en cambio muchas grandes empresas traspasan el coste de contribuir al bien común a los ciudadanos de a pie y a las pymes. Aún más, dice, en este mundo que estamos consumiendo a marchas forzadas tenemos todos un enemigo común: nosotros mismos, concretamente nuestra propia individualidad, un concepto del interés propio fatalmente entendido.
Mintzberg, Henry. "La sociedad frente a las grandes corporaciones. La necesidad del equilibrio social". Libros de Cabecera, 2015. ISBN 978-84-94374-22-7
Libro en castellano.