Mujeres de 35-45 años están llegando a altos cargos en la empresa: esperan ser un referente. La clave, aseguran, es trabajar en empresas con una cultura corporativa que valore los resultados.
Cierre los ojos y visualice la siguiente palabra: directivo. Es probable que haya imaginado un hombre de unos 50 años, con traje y corbata. Ahora, mire las fotos que ilustran esta página. Son mujeres, son jóvenes y sí, son directivas. Algo está cambiando lentamente en las empresas: una generación de mujeres muy bien formadas, con carreras, másters, idiomas y experiencia internacional en muchos casos, empiezan a ocupar, discretamente, cargos de alta responsabilidad. Tienen entre 35 y 45 años y no creen que su caso sea una excepción, sino una muestra de normalidad que cada vez será más habitual en el futuro.
Las cifras, de momento, son discretas. Segun Womenalia, más del 40% de las asalariadas aseguran que la presencia femenina en altos cargos en sus empresas es nula o inferior al 25%, y más del 30% considera que en su empresa existe desigualdad de género. La buena noticia, según Montserrat Luquero, consejera delegada y directora general de la firma de recursos humanos Hudson, es que “la crisis ha influido en términos absolutos a la contratación de personas, pero no especialmente a las mujeres”. Así, en los procesos de selección llevados a cabo en los últimos seis años por esta firma, el número de hombres candidatos a ocupar un puesto directivo fue muy superior al de mujeres (en una proporción de 3 a 1), pero ellas triunfaron más en la selección final: las mujeres seleccionadas han pasado del 30,36% en el 2005 al 34,29% en el 2011.
La clave, según las profesionales que ilustran esta página, es que las empresas cambien el chip y valoren a los profesionales por sus resultados y no por su sexo. También echan de menos una mayor visibilidad de mujeres directivas que ayuden a fomentar esta vocación entre las más jóvenes: ellas son ahora el mejor referente.
LA EXPERIENCIA DE CUATRO PROFESIONALES
Mónica Sala, directora general de Orange en Catalunya
“La educación en casa es básica”
Mónica Sala, ingeniera de Telecomunicaciones y MBA de 43 años, llegó a Orange hace cinco años y desde hace cuatro es la directora general de la firma en Catalunya. “Las cosas están cambiando, pero aún faltan mujeres ingenieras y mujeres directivas: creo que casos como el mío pueden servir de referente para que haya más vocaciones femeninas en las ingenierías, y también para que más mujeres se planteen alcanzar puestos de dirección –explica–. Cuando la gente cierra los ojos y se imagina un directivo, piensa en un hombre”. Aparte de referentes públicos, Sala cree que hay dos elementos que impulsan la presencia femenina en puestos de dirección: la educación y la actitud de los jefes. “La educación en casa es básica: mi madre siempre ha sido muy activa profesionalmente y me inculcó que ser mujer no es ningún obstáculo –recuerda–. Además siempre he tenido la suerte de tener jefes que valoraban los resultados, vinieran de hombres o mujeres”. Con dos hijos de 6 y 10 años, cree que “la conciliación deja de ser problema cuando la repartes con tu pareja”.
Sonia Corrochano, directora del Aeropuerto de Barcelona
“Somos las primeras y seremos más”
Con 36 años, Sonia Corrochano es la nueva directora del Aeropuerto de Barcelona-el Prat. “Nunca me he sentido desplazada por ser mujer, en Aena se considera a las personas desde un punto de vista profesional y no por su sexo: de hecho, el 50% del comité directivo de El Prat son mujeres”, destaca. Cuando inició Ingeniería Aeronáutica sólo el 10% de las alumnas eran chicas: cuando acabó, siete años después, el porcentaje alcanzaba ya el 50%. “Somos la primera generación de mujeres que pudimos estudiar y acceder a cargos directivos, pero cada vez seremos más”, asegura. El apoyo de su marido y la educación familiar han sido básicos en su trayectoria. “Mi madre me inculcó que debía tener mi propia vida profesional: nuestra generación está cumpliendo sueños que ellas no pudieron alcanzar”. Sabe que hay cierta expectativa por ver cómo se desenvuelve en el cargo, pero no cree que eso le suponga mayor presión que a su antecesor. “En este sector ya hay muchas mujeres en la base de la profesión, y cuando llegas arriba ya has demostrado por el camino tu valía”, destaca.
Anna Gener, directora de Aguirre Newman en Barcelona
“Si tu empresa discrimina, vete a otra”
Anna Gener, de 38 años, es directora general de Aguirre Newman en Barcelona, donde le ha tocado vivir muy de cerca la crisis inmobiliaria. Tras nueve años trabajando de auditora financiera en diversas firmas, llegó a Aguirre Newman en el 2003, y en cuatro años alcanzó la dirección de la oficina barcelonesa. “Tuve la suerte de ir a parar a una empresa donde se valora a la gente por lo que aporta”, asegura. En su opinión, “toda mujer que aspira a un cargo directivo debe ser muy consciente del tipo de cultura que impera en su empresa”: si discrimina a las féminas, “mejor cambiar de compañía”. También es imprescindible, asegura, una plena complicidad con pareja y familia: “Todos deben compartir tu objetivo de crecer profesionalmente, aunque hay cierta incomprensión en ese sentido: parece que está mal visto que las mujeres tengamos ambición profesional, algo que en los hombres está bien visto”, lamenta. Gener es madre de un bebé de 16 meses y asegura que no planificó su maternidad por criterios profesionales. “He sido madre un poco tarde, pero por aspectos personales”, explica.
Àngels Solans, directora Unilever Food Solutions España
“La maternidad no es impedimento”
Con 39 años, Àngels Solans es la nueva directora en España de Unilever Food Solutions, división de la multinacional para hostelería. Economista con MBA, formada en Barcelona, Nueva York y Suiza, trabajó en Nestlé y Kraft Foods antes de fichar en 1999 por Unilever, donde ha asumido diversas posiciones en marketing y ventas antes de su actual puesto. “En época de crisis, las empresas necesitan directivos capaces de dar un giro en sus compañías hacia los nuevos hábitos y necesidades de la gente, y creo que ninguna se plantea esta necesidad cuestionándose un profesional por temas de género”, asegura. Casada y con dos hijos de 4 y 7 años, reconoce que “lo más difícil de llevar son las noches fuera de casa”, que intenta evitar si no es estrictamente necesario. Ser madre, asegura, tampoco es obstáculo: “Ninguna baja maternal de una directiva es impedimento para ninguna compañía: existen las herramientas necesarias para planificar y adaptarse a ese periodo por ambas partes –destaca–. Creo firmemente en ello y ha sido mi caso en dos ocasiones”.