Carlos Sánchez, Director de e-Motiva: "Encontrar un trabajo de mileurista era fácil y muchos jóvenes optaron por dejar los estudios. Con la crisis se han quedado sin trabajo y sin estudios, es la llamada generación ni-ni, una de las secuelas más preocupantes de la actual situación."
Hace cinco años, tras una conferencia que impartí en un pueblo del Penedès titulada "El futuro que les espera a nuestros hijos", el alcalde me transmitía una grave preocupación de los padres de la zona: "Nuestros jóvenes no quieren estudiar, a los 18 años entran en el cava y ganan mil euros, se compran un coche y van de discotecas. Mientras, los que van a la universidad estudian el fin de semana, sin dinero para salir".
La preocupación del alcalde ha sido una constante durante los años anteriores a la crisis. Encontrar un trabajo de mileurista era fácil y muchos jóvenes optaron por dejar los estudios. Con la crisis se han quedado sin trabajo y sin estudios, es la llamada generación ni-ni, una de las secuelas más preocupantes de la actual situación, que nos acompañará durante años y que supone un formidable reto para todos: familias, poderes públicos, agentes sociales, empresas y sobre todo los propios jóvenes.
Si las causas están claras, las consecuencias son graves. Jóvenes que no podrán construir un proyecto de vida sólido, familias desesperadas con los hijos en casa, empresas que en cuanto remonte la crisis no encontrarán mano de obra cualificada y, finalmente, unos poderes públicos que no sabrán qué hacer con los miles de jóvenes que ya están en la calle engrosando una nueva estirpe de desempleados, los jóvenes parados de larga duración.
¿Soluciones? Ni rápidas ni fáciles, y todos somos responsables. En primer lugar, los propios jóvenes, que han de dejar de sentirse víctimas para pasar a ser los protagonistas responsables de su futuro, retomar los estudios y esforzarse para salir de la situación. Y los demás tenemos que ayudarlos. Las familias, exigiendo y apoyando (en este orden). Los poderes públicos y los agentes sociales, creando las vías para incentivar la formación y los instrumentos para facilitar la reinserción laboral. Nadie dijo que fuera fácil, pero no es imposible y es imperativo intentarlo.