Los dispositivos electrónicos personales –sobre todo móviles, BlackBerries y iPods- actualmente se infiltran en la vida laboral al mismo nivel que en la personal. Estos dispositivos están afectando a nuestra seguridad laboral, y esa mala sensación se está haciendo notar, a veces literalmente, en muchos lugares.
En mayo, un conductor de tranvía se distrajo mientras enviaba un mensaje de texto y chocó contra otro tranvía, hiriendo a una veintena de pasajeros. Peor fue incluso el incidente de 2008 que tuvo lugar en un tren de cercanías de Los Angeles que chocó contra el primer vagón de otro tren, causando la muerte de 25 personas y otros 135 heridos más. El operario del tren que murió en la colisión, según se informó, había enviado o recibido 57 mensajes de texto ese día durante su horario laboral, incluyendo uno enviado 22 segundos antes del choque.
Una investigación del Virginia Tech Transportation Institute revela que un conductor de camión mirando hacia abajo mientras escribe un mensaje durante sólo seis segundos conduciendo a 55 millas por hora, habrá recorrido la longitud de un campo de fútbol entero y no se habrá dado cuenta. Ya no son sólo los conductores intoxicados los que resultan peligrosos; ahora también lo son los conductores “intexticados”.
El Centro de Análisis del Riesgo de Harvard estima que la actividad del teléfono móvil contribuye en 636.000 accidentes de vehículos motorizados, causando 330.000 heridos y 2.600 muertes cada año. Aunque es complicado poner una cifra a cuantos de estos accidentes se producen en desplazamientos por motivos laborales -que implican a trabajadores como los conductores de camiones, repartidores o comerciales camino a su próxima reunión-, se puede decir con seguridad que las empresas necesitan ser conscientes de las potenciales derivaciones.
Algunas organizaciones ya han experimentado un buen número de heridos y un aumento de costes asociados con las distracciones en el puesto de trabajo y han respondido adoptando políticas que prohíben el uso del teléfono móvil. Estas empresas saben de la potencial responsabilidad asociada a conducir mientras se habla o se escribe un mensaje de texto. Es suficiente con ver el caso de una compañía que tuvo que pagar 16 millones de dólares porque uno de sus comerciales, conduciendo mientras hablaba por el móvil, chocó e hirió gravemente a otro conductor.
Desgraciadamente, todavía hay empresas que fallan en reconocer la urgencia de este asunto. Muchos creen que los comerciales en la carretera o los repartidores locales no pueden hacer sus trabajos lo suficientemente rápido a menos que sean personas multitarea. Pero ya es hora de que despierten y vean el riesgo. Con toda certeza, sus aseguradoras están al caso, y sólo es cuestión de tiempo antes de que les comiencen a pedir que expliciten las prohibiciones en el uso del móvil mientras se conduce. Muchos políticos y la Asociación Americana de Transporte ya han introducido legislación dirigida a la prohibición de enviar mensajes mientras se maneja un vehículo. La ‘Ley para Evitar el Envío Imprudente de Mensajes de Texto por parte de los Conductores’ de 2009 penaliza a los estados americanos donde se produzcan accidentes mediante la retención del 25% de la inversión federal anual en autopistas, si no promulgan leyes que prohíban a los conductores enviar o recibir mensajes de texto mientras conducen vehículos de motor.
No es simplemente el uso inapropiado de teléfonos móviles lo que provoca riesgos. También lo son los daños a los trabajadores provocados porqué están escuchando sus iPods mientras trabajan y no oyen lo que ocurre alrededor. Sucede cuando un empleado está escuchando Abba en vez de escuchar a un compañero que le está avisando de un riesgo. Sucede cuando un trabajador no puede escuchar la bocina de un toro mecánico dando marcha atrás.
Recientemente, un fabricante aeroespacial tomó una actitud proactiva prohibiendo a 1.500 de sus empleados la utilización del IPod en el trabajo, declarando: “Incluso aunque no haya habido incidentes, hay aviones, toros mecánicos, camiones, etc., moviéndose alrededor. Creemos que los trabajadores deberían estar siempre completamente concentrados.”
Los Departamentos de RH necesitan conocer las derivaciones que pueden ocasionar los nuevos dispositivos electrónicos en el lugar de trabajo. Deberían implantar una política específica en los manuales del empleado y formarles adecuadamente. Haciéndolo, las empresas pueden protegerse de cualquier responsabilidad mostrando que se ha violado a sabiendas una regla de seguridad escrita. Las empresas deben darse cuenta de que existe otro riesgo si el empleado distraído es el que resulta herido en un accidente inducido por un dispositivo electrónico. Para colmo, hay la posibilidad de que el propio empleado presente una demanda compensatoria.
Los actos peligrosos causan más accidentes laborales incluso que las condiciones peligrosas. Así que empresas y trabajadores necesitan trabajar juntos para asegurar que se refuerza una política con respecto a los dispositivos electrónicos de manera que muestre que todos entienden la importancia de mantener la seguridad pública y la de los compañeros, siendo capaces de responder instantáneamente a cualquier situación en el entorno de trabajo, tanto si hablamos de un peatón cruzando la calle o de un camión dando marcha atrás en un muelle de carga.
Es cierto que no puedes hacer un mundo a prueba de torpes. Pero mediante la implantación de una política adecuada en la organización puedes proteger tu pequeña parcela del mundo, como tu entorno de trabajo y cualquier miembro del público que entra en contacto con la empresa o con sus empleados.
Nada puede ejemplificar mejor todo esto que la historia de un conductor de 25 años de Nueva York que estaba hablando por el móvil con una mano y enviando un mensaje con la otra. Como era de esperar, perdió el control de su vehículo, chocó contra otro coche y salió disparado hasta caer en la piscina de un jardín que había cerca, hiriendo a una mujer de 68 años y a su sobrina de 8 por el camino. Sólo podemos esperar que la empresa para la que trabajaba tuviera la previsión de tener una política actualizada sobre el uso de los dispositivos electrónicos en el trabajo. Esperar que la empresa hubiera hecho formación sobre el tema. Tal y como han mostrado casos recientes, solamente hablar sobre los peligros de la “intexticación” no es suficiente.
Acceso a la noticia: http://www.workforce.com/section/10/feature/26/73/47/index.html
Long, Teresa. “Are Your Employees Dangerously ‘Intexticated’?” Workforce Management Online, Octubre de 2009. (Artículo consultado on line: 23/11/2009)