La crisis ha supuesto el fin de un periodo excepcional en la historia de la inmigración en España y ha abierto un compás de espera. Tras una década con un crecimiento de la inmigración, que no tiene parangón en el resto del mundo, esta se ha frenado como consecuencia, entre otros factores, del impacto del paro en el sector de la construcción que estaba ocupado esencialmente por trabajadores extranjeros. Según el Anuario de la Inmigración en España del 2009, el desempleo alcanza ya a casi 1,2 millones de inmigrantes. Según este estudio, editado por la fundación Cidob de Barcelona y coordinado por Eliseo Aja, catedrático de Derecho Constitucional de la Universitat de Barcelona, Joaquín Arango, catedrático de Sociología de la Universidad Complutense de Madrid, y JosepOliver, catedrático de Economía Aplicada de la Universitat Autònoma de Barcelona, la cifra del paro entre los nativos era del 15% a mitad del 2009, doblando el porcentaje de dos años antes. Pero entre los inmigrantes la cifra de paro era del 26,9%. Un dato fundamental es que la crisis ha afectado especialmente a varones inmigrantes, con un paro del 30%, mientras que entre las mujeres inmigrantes es tan sólo del 17,1%, bastante por debajo incluso del de los varones nativos (23,8%). Otra consecuencia importante es la reducción en la incorporación efectiva de inmigrantes al mercado de trabajo.
Un efecto que agrava comparativamente el paro de los inmigrantes es que la pérdida de empleo impide la renovación del permiso de trabajo y residencia. Eso entraña el peligro de que se vean obligados a permanecer en situación irregular o a retornar a su país de origen. Pese a los planes de apoyo, las cifras de retorno son muy limitadas, y generalmente marchan solo uno o varios miembros de una familia mientras que otro u otros permanecen. El descenso de las remesas ha sido notable. En el 2007 los envíos de remesas habían sido por valor de 8.445 millones de euros, al año siguiente había bajado a 7.840, pero para el 2009 la caída prevista era ya mucho mayor. Una de las conclusiones del informe es que "se tardará mucho en recuperar el millón largo de empleo que habrá perdido el sector de la construcción". Por esa razón los autores proponen "una política de formación continua y ocupacional" para estos parados. Otros impactos de la crisis empiezan a ser perceptibles. Uno de ellos se refiere al paso de no pocos a la economía sumergida. Otra consecuencia reside "en las graves y crecientes dificultades que encuentran cientos de miles de inmigrantes para hacer frente al pago de las hipotecas que concertaron en los años de bajas tasas de interés y mínima exigencia de garantías". Ello ha obligado a compartir muchos pisos.
Dos conclusiones del Anuario rompen algunos tópicos del momento. Por un lado se señala que el enorme aumento del desempleo inmigrante resultamás de la entrada de nuevos activos en el mercado de trabajo que no encuentran empleo que de la pérdida por parte de aquellos que ya lo tenían. Y en este sentido el mantenimiento del empleo femenino juega en favor del mantenimiento de la renta familiar y explica que "no hay noticia de especiales tensiones sociales o de incidentes violentos". Esa tendencia viene reforzada por el descenso previsible en el flujo de inmigrantes que podría reducirse casi a cero en el 2014. Según dijo ayer la secretaria de Estado de Inmigración, Consuelo Rumí, en la presentación del informe en Madrid, en los nueve primeros meses del 2009 sólo habían llegado 10.000 personas de forma legal. Por otro lado, los autores desmienten que se haya producido un endurecimiento de la política de inmigración del Gobierno como consecuencia de la crisis con un análisis pormenorizado de la nueva ley de Extranjería, del Plan de Retorno o de otras medidas como el Pacto Europeo de Inmigración.
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