Los sindicatos franceses pierden el primer pulso contra la reforma laboral de Villepin. La culpa, según los organizadores, es de las vacaciones escolares de febrero que desmovilizaron a los jóvenes, los principales afectados por la reforma.

Las movilizaciones contra las nuevas medidas de flexibilidad laboral del Gobierno francés no estuvieron a la altura de las expectativas de los sindicatos. La protesta coincidió con el inicio en la Asamblea Nacional francesa del debate sobre el controvertido contrato de primer empleo (CPE), que permite el despido libre durante su duración de dos años. Las 150 manifestaciones convocadas en toda Francia sacaron a la calle 150.000 personas, una cifra escasa frente al millón que desfilaron en la última jornada de protesta sindical, el pasado 4 de octubre.

Lo que la prensa francesa había presentado como un pulso entre los sindicatos y el primer ministro, Dominique de Villepin, se quedó prácticamente en nada. La culpa, según los organizadores, es de las vacaciones escolares de febrero que acaban de empezar y que desmovilizaron a los jóvenes, los principales afectados por la reforma. La manifestación más numerosa fue la de París, con 45.000 participantes, según los organizadores, y 13.000, según la policía. Abrieron la marcha los líderes sindicales y la plana mayor del Partido Socialista, con su primer secretario, François Hollande, a la cabeza. En muchas otras ciudades se logró reunir a miles de manifestantes, como Toulouse, Lyón, Burdeos o Grenoble.

Próximas protestas

La ausencia de huelgas convocadas, salvo la inesperada de controladores del aeropuerto parisiense de Orly, es otra de las causas del escaso seguimiento de la protesta. "Esto es un proceso, las cosas no van a quedarse aquí y no vamos a frenarnos", avisó, sin embargo, Bernard Thibault, secretario general de la central comunista CGT. Reclaman la retirada de los nuevos contratos para jóvenes porque "son una injusticia" que permite el despido libre.

La reforma se halla en pleno y enconado debate en la Asamblea Nacional, ante la que ayer compareció Dominique de Villepin para defenderla personalmente. Visiblemente satisfecho por la escasa movilización, Villepin se declaró dispuesto a escuchar "a quienes se manifiestan" contra el nuevo contrato, "pero también a quienes no lo hacen". "Podemos posponer las decisiones, refugiarnos en el inmovilismo, hacer creer a los franceses que la seguridad es no cambiar", dijo el primer ministro antes de concluir: "La verdad es que la seguridad pasa por reformas justas, adaptadas a la realidad del empleo de hoy".

La izquierda, que había denunciado los nuevos contratos como "una amenaza de muerte para los contratos fijos" y el anuncio de "más precarización" para el trabajo de los jóvenes se declaró dispuesta a seguir luchando. La última encuesta en Paris-Match indica que un 55% de los franceses están en contra los nuevos contratos flexibles, frente a un 43% que aprueban la iniciativa de Villepin.

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