El miedo a lo desconocido es el mayor obstáculo al que un empresario puede enfrentarse antes de realizar cualquier inversión. Y nada causa tanta inquietud como la tecnología.
Sin embargo, todas las compañías prosperan o fracasan dependiendo del poder de sus ideas y la sabiduría y rapidez en la toma de decisiones. Pero las pymes cuentan con la desventaja añadidad de presupuestos más reducidos que las empresas de gran tamaño.
Por eso, es vital para la competitividad de los pequeños negocios apostar por herramientas que permitan evitar pérdidas de tiempo y esfuerzo; que reduzcan los costes de desplazamiento y que permitan estar accesible en todo momento. La tecnología no sirve de nada si no altera el modo de trabajar.
Los mayores progresos se han alcanzado en la telefonía, una herramienta imprescindible por la que llegan nuevos clientes y negocios, y se mantiene el contacto con proveedores y empleados.
El 75% de las micropymes ya usan la telefonía móvil como principal medio de comunicación y uno de cada cuatro trabajadores pasa más de la mitad de su jornada fuera de su puesto de trabajo.
La oficina móvil
En los últimos años, el constante descenso del precio de nuevas herramientas como el Blackberry o las tarjetas de acceso a Internet han permitido reformar el concepto tradicional de oficina.
La nueva apuesta es la posibilidad de gestionar el negocio en todo momento, creando una oficina móvil que aporte flexibilidad y rapidez en el manejo de las comunicaciones, lo que se traduce en ahorro de costes y versatilidad para solucionar imprevistos.
Basta un móvil o una PDA para manipular el correo electrónico, organizar la agenda, navegar por internet o acceder a una intranet. De ese modo, se impulsa la figura del teletrabajador, una medida que permite mantener oficinas más reducidas, eliminar costes y generar ahorros de entre un 20% o 40%.
En los últimos años, la tecnología ha ido más allá, habilitando lugares donde los trabajadores pueden compartir información, evitar que se duplique el trabajo realizado o comunicarse con los suministradores, eliminando intermediarios.
Pero la mayor manifestación de estas transformaciones es el comercio electrónico al que ya se acogen una de cada veinte pymes españolas y que permite intercambios directos, inmediatos y sin costes de distribución. Un paso más para lograr que las pymes sean competitivas sin importar su tamaño.