Dos biólogos y dos economistas están en la misma situación que su compatriota. El grupo de cinco personas llegó a BCN con un contrato, pero la supuesta empresa que los fichó no existe.

Aún no hace una década, los cinco estaban sentados en las aulas de sus respectivas universidades en las ciudades marroquís de Rabat y Fez. De edades comprendidas entre los 34 y 45 años, están ahora en Barcelona con las traducciones de sus títulos bajo el brazo --un físico nuclear, dos economistas y dos biólogos-- y buscando, sin éxito, trabajo de peones de obra después de comprobar a su llegada que la empresa constructora española que les contrató en Marruecos no existe.

Elotmani Abdelkrim, de 34 años, biólogo especialista en bioquímica, se erige en narrador de una historia que empezó en julio del año pasado, cuando el servicio público de empleo marroquí los citó para una entrevista de trabajo. Concretamente, la empresa de construcciones y reformas Albaitan, cuyo propietario es un marroquí afincado en Terrassa (Vallès Occidental), necesitaba seis trabajadores. Tras ser seleccionados, el pasado mes de enero llegaron a Barcelona. Un intermediario les informó de que la empresa había quebrado y, sin embargo, les dio de alta en otra diferente donde no trabajan. No saben bien qué ha pasado, pero intuyen que son todos los ingredientes de una mafia.

Tanto Elotmani como Said --físico--, Mohamed --economista--, Sarsoura --biólogo-- y Benhamich --economista-- ejemplifican a la perfección el desolador panorama con el que se encuentran muchos licenciados marroquís que, una vez salen al mercado laboral, se encuentran con altísimos índices de paro que les abocan a los sectores de la construcción y los servicios.

CONTRATOS TEMPORALES

Todos han hecho pinitos en lo suyo pero los contratos, siempre temporales, casi nunca llegaban al año. "La Administración pública tiende a reducir su funcionariado y la empresa privada marroquí, en general pequeña y familiar, es frágil para tener grandes plantillas", argumenta Elotamani, en un intento de dibujar a grandes trazos la situación en su país.

"Nosotros queríamos trabajar y vivir en Marruecos, nuestro país, pero la situación es muy difícil", finalizó para añadir que optaron por aceptar el trabajo de peones en España porque, al menos, está mejor pagado que en Marruecos.

Ahora se encuentran en Barcelona con un permiso de trabajo para un año pero sin empleo. Con el agravante de que solo pueden buscar en el ámbito de la construcción, sector para el que les fue solicitado el permiso. "Hemos venido legalmente a trabajar y llevamos cuatro meses sin hacerlo", lamentaba Elotmani para, a renglón seguido, exigir que alguien responda por ellos y ponga coto a las irregularidades cometidas por empresarios e intermediarios.

INTERMEDIARIO BAJO SOSPECHA

Hartos de intentar contactar con la empresa y sin poder sacar agua clara con el intermediario, el grupo decidió dirigirse al sindicato CCOO, donde el secretario de inmigración, Ghassan Saliba, ha hecho todo lo que estaba en su mano para que pudieran empezar a trabajar. Sin éxito. Ya hay una denuncia en Inspección de Trabajo y los hechos han sido puestos en conocimiento de la policía. Para el máximo responsable CCOO en materia de inmigración, el intermediario bajo sospecha ya es un viejo conocido, una persona que está implicada en un caso similar de hace aproximadamente un año.

Fuentes de la Delegación del Gobierno en Catalunya explicaron que están haciendo un esfuerzo titánico para evitar cualquier tipo de fraude en este sistema de contratación en el país de origen. Las mismas fuentes explicaron que la dinámica de estas irregularidades pasa por la proliferación de empresas fantasma en España que ofrecen contratos a trabajadores marroquís que suelen pagar por ellos. Al llegar a su destino, estas personas se encuentran con que el empleo que les habían prometido no existe.

PROTESTAS EN RABAT

Los integrantes de este grupo aseguran que no pagaron nada. En el momento en el que les llegó la oferta de empleo, estaban participando de forma muy activa en las protestas que cientos de jóvenes llevan a cabo en Rabat para reivindicar su derecho a trabajar.

"Es muy probable que con esta oferta de trabajo el Gobierno se nos haya querido sacar de encima", reconoció Elotmani para, tras esbozar una de sus contadas sonrisas, asegurar que aún les queda fuerza para encontrar el trabajo que ansían.

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