El caso más extremo es el de los ´adictos´, con jornadas laborales de más de 56 horas a la semana: viven un gran distanciamiento de su cónyuge y finalmente su tasa de divorcio se multiplica.
El turno de tarde causa los mayores problemas en una relación: es difícil coincidir y, tras el cansancio de la jornada, el trato genera conflictos "Trabajar para vivir y no vivir para trabajar" es un adagio de la sabiduría popular recogido en muchas culturas. El trabajo, generalmente una necesidad económica y a veces también una fuente de satisfacción, es a menudo uno de los peligros más importantes que acechan la estabilidad de la pareja. "Siempre se ha reprochado a alguna gente que sólo viva para trabajar", recuerda Clotilde Nogareda, experta en riesgos psicosociales del Centro Nacional de Condiciones de Trabajo. En la familia tradicional, en la que los hombres asumían en exclusiva la obligación de procurar los ingresos, este comportamiento tenía un cierto respaldo social. Hoy, en cambio, las tensiones derivadas del trabajo están en Estados Unidos entre las cuatro causas más frecuentes de divorcio y en España, según el Instituto de Política Familiar, entre las cinco primeras causas de los conflictos de pareja.
Nogareda explica que el aumento de contratos precarios, empleos de noche o de fin de semana y la creciente cultura empresarial que mira mal al primero que se va, aunque haya acabado su horario, han aumentado los problemas sociales derivados del trabajo.
Los problemas más estudiados son los que se producen en los adictos al trabajo y en quienes trabajan por turnos - en España, un 1,4% trabaja de noche y un 6% hace turnos rotatorios de mañana, tarde y noche, según el Instituto Sindical de Trabajo, Ambiente y Salud (Istas)-. En un estudio realizado por los profesores White y Keith entre obreros de la industria siderúrgica británica que trabajaban por turnos, el 40% señalaba que no tenía tiempo para estar con la pareja y el 50% definía las semanas del turno de noche como "asexuadas". En Estados Unidos, por su parte, el trabajo por turnos provoca un alza de entre el 7% y el 11% en el riesgo de divorcio.
En España no existen estudios que cuantifiquen el fenómeno. Sin embargo, señala Nogareda, los estudios del Centro detectan que los problemas de pareja son más frecuentes en los trabajadores del turno de tarde (el 4,5% del total, según Istas): apenas coinciden con su pareja y cuando lo hacen, a las 10 o las 11 de la noche, con el cansancio acumulado de la jornada, son más frecuentes los conflictos.
Los adictos al trabajo, por su parte, con jornadas laborales de unas 56 horas a la semana, son quienes asumen un mayor riesgo de ruptura sentimental. Un estudio realizado a esposas de adictos al trabajo por los profesores Robinson, Carroll y Flowers de la Universidad de Carolina del Norte descubrió que el 55% de los adictos se habían divorciado al acabar el estudio, frente a sólo un 16% de los no adictos que habían sufrido igualmente la ruptura de su pareja. Marisa Salanova, directora en España del programa WONT (Work and Organizational New Technologies), recuerda que "los adictos al trabajo reciben menos apoyo social que quienes sufren otros problemas laborales como mobbing o el síndrome del trabajador quemado o burnout: su pareja los considera culpables y raramente advierten que pueda haber una adicción que escape a su voluntad".
Mario del Líbano, experto de la Universitat Jaume I de Castellón, señala que las parejas del adicto al trabajo viven un distanciamiento y falta de sentimientos positivos hacia el cónyuge. "La pareja se siente desplazada pero aguanta porque tiene la esperanza de hacer cambiar a esa persona, hasta que un día acepta que no será así y la separación se asume como el final irreversible", asegura.