El edadismo, o discriminación basada en la edad, es uno de los últimos "ismos" que aún se toleran en los entornos laborales y está mucho más aceptado socialmente que el sexismo o el racismo. Workforce Magazine explica la cruda realidad de muchos seniors en el mercado laboral de EEUU y trata de desmontar tópicos como que resultan caros a la hora de contratar y asegurar o su supuesta resistencia al cambio.
Amy Hiles-Maynard supo que las probabilidades estaban en su contra cuando se vio en la situación de buscar trabajo a los 62 años. Así que miró de apartar cualquier impedimento.
Además de actualizar su currículum, Hiles-Maynard actualizó sus redes sociales con fotos de perfil profesionales y también animó sus publicaciones con redactados más optimistas para transmitir más jovialidad. Se tiñó el pelo que hasta entonces había llevado canoso, renovó su vestuario y recorrió webs para mujeres seniors que ofrecían consejos sobre cómo tener éxito en las entrevistas de trabajo o sobre cómo hacer retroceder el tiempo con buenas técnicas de maquillaje.
"He aprendido que el rímel para alguien mayor nunca se debe usar en las pestañas inferiores”, afirma Hiles-Maynard, anteriormente ejecutiva en el sector de los viajes. “Hace sombra y te hace parecer cansada.”
Buscó referentes de una cierta edad y encontró su musa de la moda en la actriz Susan Sarandon, a la que según un artículo que leyó le favorecen las camisas blancas para traje. Hiles-Maynard se compró una.
Incluso recurrió a espiar en el aparcamiento de algunas de sus posibles empresas empleadoras, estudiando cómo vestía la gente que entraba y salía para hacerse una idea de la cultura corporativa.
“Me senté en el coche con mi teléfono móvil, tomaba fotos de alguien que pareciera especialmente interesante, y anotaba las diferencias entre las personas de un puesto de nivel más básico y aquellas con atuendos más formales,” explica. “Fue una experiencia reveladora.”
Aunque sus métodos pueden parecer extremistas, su lucha por reconducir su carrera a una edad en la que muchas otras personas piensan en jubilarse podría sonar más familiar para alguien que ronde los 45 años.
El número de trabajadores de más edad va en aumento. A medida que sus filas crezcan jugarán un rol cada vez más importante en la economía de EEUU, según el National Council on Aging. Para 2019, más del 40% de estadounidenses de más de 55 años tendrá un empleo, constituyendo más de una cuarta parte de la mano de obra, según dicho organismo sin ánimo de lucro. En 2014, los trabajadores seniors constituían el 22% de la población activa.
Los trabajadores veteranos de hoy están más sanos y son más activos que sus predecesores y ofrecen gran cantidad de experiencia y conocimiento pero, sin embargo, tienen muchas más probabilidades de experimentar discriminación laboral por razones de edad que sus colegas más jóvenes, según un estudio de AARP del 2013. De hecho, las denuncias de discriminación por razones de edad tramitadas ante la Equal Employment Opportunity Commission (EEOC) de EEUU han aumentado drásticamente en los últimos años. Entre 1997 y 2007, se presentaron entre 16.000 y 19.000 denuncias anuales, en comparación con las entre 20.000 y 25.000 presentadas anualmente desde 2008, según datos de la EEOC.
La noción de la jubilación está cambiando ya que los trabajadores permanecen en el trabajo más tiempo que nunca antes. Aunque algunas empresas creen que los trabajadores de más edad proporcionan una ventaja competitiva, la mayoría se mantienen apegadas a estereotipos anticuados, según Ruth Finkelstein, Directora Adjunta de la Robert N. Butler Columbia Aging Center en la Columbia University.
“Nos sentimos cómodos burlándonos de la gente mayor y lo hacemos con asiduidad,” afirma. “La discriminación por edad está bien viva y coleando. Mostramos a las personas de más edad como decrépitas, feas y olvidadizas pero, al mismo tiempo, muchas de las personas más poderosas del mundo son mayores. El Papa es mayor, los candidatos a la presidencia son (eran) mayores, la mayoría de miembros del Congreso son mayores y los jueces del Tribunal Supremo son mayores. Es una desconexión extraña.”
Los estereotipos más comunes entre los trabajadores de más edad son lo caros que resultan a la hora de contratar y asegurar, que son lentos aprendiendo y que están tecnológicamente desfasados, según Finkelstein.
“La idea de que los trabajadores mayores resultan más caros para las empresas es difícil de demostrar,” afirma. “Muchos no quieren trabajar a tiempo completo así que si se ofrece más flexibilidad, con medidas como el trabajo compartido o la jubilación parcial, se puede obtener el beneficio de su conocimiento y experiencia sin el factor de un coste más alto. También, cuando hablamos de la idea de que los trabajadores veteranos son más caros de asegurar, y también a medida que cambia la normativa sobre los seguros sanitarios, Medicare (el programa de cobertura de la Seguridad Social administrado por el Gobierno de Estados Unidos y que provee atención médica a todas las personas mayores de 65 años) se convierte en el principal pagador y la organización se convierte en el secundario. Llegados a dicha situación, los trabajadores mayores se convierten en un chollo.”
El edadismo o la discriminación basada en la edad y un criterio no objetivo sobre su desempeño, es uno de los últimos "ismos" que aún se toleran en los equipos de trabajo y está mucho más aceptado socialmente que el sexismo o el racismo, según un reciente informe de la Society for Human Resource Management Foundation. De hecho, dos tercios de los empleados de más edad dicen que han visto o experimentado discriminación en el lugar de trabajo y un abrumador 92% opina que es algo común, según un estudio de la AARP de 2013.
Aunque la Ley Federal sobre Discriminación por Edad en el Empleo de 1967 protege a los trabajadores mayores de 40 años del acoso y de la discriminación en todos los aspectos del trabajo, tales como la contratación, el despido, la formación o la promoción, este tipo de casos son extremadamente difíciles de probar, afirma Laurie McCann, asesora legal en el AARP.
“La discriminación por razones de edad es vista por los tribunales y por la sociedad más como un problema económico y nos remitimos a los derechos de la empresa,” alega. “Incluso los trabajadores pueden decir, ‘Es su negocio y entiendo que quieran ahorrarse algún dinero’. Pero no opinarías algo así si la empresa dijera, ‘Queremos ahorrar dinero así que nos desharemos de todas las mujeres’, pero sí lo toleramos cuando se trata de la edad.”
La discriminación por edad en la selección es incluso más difícil de demostrar, lo que explica el elevado número de personas mayores que son desempleadas de larga duración, según McCann. Aunque la tasa de desempleo global de los trabajadores veteranos es ligeramente inferior a la media nacional, cerca de la mitad de todas aquellas personas que llevan sin trabajo más de seis meses tiene más de 50 años, según la Oficina de Estadísticas Laborales de EEUU.
“Están enviando un montón de currículos y al final van a parar a un agujero negro,” sentencia McCann. “No sabes a quién han llamado para una entrevista o el motivo, así que es difícil demostrar que la edad haya sido un factor en la elección.”
Hiles-Maynard no tardó mucho en concluir que la edad iba en su contra. Aunque tenía décadas de experiencia ejecutiva en la industria de los viajes, casi todas sus cartas de presentación no obtuvieron respuesta. Cuando consiguió una entrevista, explica que la cara de su entrevistador lo decía todo. “Podría decir que estaban sorprendidos,” dice Hiles-Maynard, que fue despedida de su trabajo como Vicepresidenta de Marketing de una compañía de cruceros en 2013. “Estaba claro que esperaban a alguien más joven. Pareció que estuvieran pensando, ‘No da la talla’.”
Después de perder su trabajo, Hiles-Maynard pasó un tiempo por una empresa de alquileres vacacionales con su marido y estuvo una temporada corta en una firma de publicidad, pero su objetivo era volver al sector que amaba. Estaba empezando a perder la esperanza cuando a principios de año leyó un artículo en la revista Forbes sobre un programa de prácticas para mujeres mayores en una agencia publicitaria en Nueva York. Para crear dicho programa los fundadores de la firma se inspiraron en Robert De Niro después de haberlo visto en The Intern (“El Becario”). En la película, De Niro encarna a un ejecutivo retirado que se presenta a un programa de prácticas para seniors en una nueva empresa del sector de la moda.
El programa de la agencia Wunderlich Kaplan Communications está diseñado para ayudar a mujeres mayores para volver a entrar al mercado laboral con habilidades renovadas, como la gestión de las redes sociales y de la marca personal, según Gwen Wunderlich, Cofundadora y CEO. “No puedes decirte que eres demasiado mayor, o que no sabrás hacer algo,” afirma. “Necesitas proyectar confianza.”
La idea preconcebida de que los trabajadores mayores son resistentes al cambio ni se plantea en la firma de diseño de muebles Herman Miller, según Tony Cortese, Vicepresidente de Servicios a Personas. Esta compañía ubicada en Michigan ha sido muchas veces reconocida por sus esfuerzos en atraer y retener a trabajadores veteranos. "Nuestra opinión es que si podemos seguir invirtiendo en empleados independientemente del punto de la carrera en el que se encuentren, lograremos una fuerza de trabajo mucho más potente,” agrega Cortese. Cerca de una cuarta parte de sus 8.000 empleados en todo el mundo llevan en la empresa al menos 20 años.
Además de ofrecer formación continua para los trabajadores veteranos, en Herman Miller también tienen un programa de jubilación por fases que permite a los empleados salir gradualmente de la empresa reduciendo el número de horas trabajadas.
Uno de los programas más singulares que ofrece la empresa es un programa de mentoring llamado Portadores de agua. El concepto se basa en la idea que los trabajadores de más edad cargan con un conocimiento institucional que debe poder ser transmitido a la generación más joven.
Las empresas que no tratan activamente de retener y contratar a trabajadores de más edad están perdiendo una oportunidad de oro para mejorar sus resultados, según Kathleen Christensen, Directora del programa Working Longer en la Alfred P. Sloan Foundation, una organización filantrópica con sede en Nueva York. "Es una gran oportunidad perdida para las empresas estadounidenses. Están centrando la cuestión en el modo en el que se marcharán nuestros trabajadores mayores, en vez fijarse en el modo de aprovechar su productividad potencial. Ahí reside el verdadero desafío.”
* Pyrillis, Rita. “Ageism in the workplace”. Workforce Magazine, 6/12/2016 (Artículo consultado online el 7/12/2016).
Acceso a la noticia: http://www.workforce.com/2016/12/06/boomer-bust-ageism-workplace/