El cambio de modelo productivo ya está en marcha. Es lo que refleja un estudio sobre la productividad de las empresas catalanas en el periodo 2000-2005 dirigido por Josep Oliver para el Observatori de Prospectiva Industrial, que depende del Departament d´Innovació. Según el estudio, la inversión en software e I+ D ha ganado un peso creciente en la inversión de las empresas, al tiempo que ha mejorado sustancialmente el perfil de su capital humano. El resultado ha sido un salto en la productividad en ese periodo y la confirmación de la especial capacidad de adaptación de la industria catalana.
Ahora que el presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, reclama "más ordenadores y menos ladrillo", y que el Ejecutivo ha hecho del "cambio de modelo productivo" el mantra oficial, quizás convenga contrastar ese proyecto con una realidad que quizás va por delante de sus proyecciones. Ese cambio de modelo productivo, si los rigores de la actual crisis no lo segan de raíz, se ha iniciado ya en la industria catalana, la más diversificada del Estado, y también la más abierta al exterior; por lo tanto, la más expuesta a la competencia internacional.
El estudio de Oliver fija su atención en la composición de la inversión industrial en el periodo que va de 1984 a 2005 (véase el cuadro adjunto). En ese periodo la inversión se ha concentrado de manera creciente en I+ D, equipos informáticos y software, al tiempo que los activos materiales (instalaciones, maquinaria) pierden posición relativa. Mientras que la inversión en maquinaria ha crecido (en el periodo 1984-2005) a un ritmo del 4,9%, la inversión en equipos informáticos y aplicaciones lo ha hecho por encima del 9% y el 10% anual, respectivamente.
El estudio de Oliver abraza dos periodos muy diferentes para la industria. En una primera fase (1995-2000) las empresas supieron beneficiarse de la introducción del euro, la caída de los tipos de interés y la contención de los salarios, lo que provocó la eclosión de las exportaciones.
En la segunda fase (la que corresponde a los años 2000-2005) se agotan las ventajas antes mencionadas y el entorno se endurece, el euro se aprecia y Europa ralentiza su crecimiento. "Son años muy complicados, pero la respuesta de las empresas catalanas fue buena. Se aligeran las plantillas, se invierte mucho en informática y en tecnologías de la información y se mejora la calidad de los productos", señala Oliver. "Lo importante, en cualquier caso, es que en ambos periodos las empresas catalanas ganan cuota de mercado en Europa".
El balance es también positivo en lo relativo a recursos humanos. Según el estudio, mejora la cualificación educativa de los trabajadores y el tipo de ofertas laborales que ofrecen las empresas muestra un perfil más técnico. En paralelo, los sectores manufactureros con mano de obra menos cualificada son los que sufren mayor pérdida de empleo.
Oliver es taxativo en definir el proceso. "Se ha producido cierta contaminación en el debate sobre el cambio de modelo productivo. El problema ahora es contener el peso de la construcción cuando se relance la economía. Pero ese es un debate, al menos en Catalunya, superado. El cambio ya está en marcha. Las empresas llevan años sabiendo que innovación e internacionalización es la base de su supervivencia".
¿Cercenará la crisis en curso la posición de ese tejido industrial? ¿O bien las empresas se adaptarán al nuevo escenario y aprovecharán la crisis para innovar? La respuesta, en los próximos años.
Acceso a Papers d 'economia industrial, Departament d 'Innovació, Universitats i Empresa, Generalitat de Catalunya: http://www.gencat.cat/diue/serveis/publicacions/empresa/periodiques/papers/index.html