Entrevistas a nuestra red

Conversaciones con personas relevantes que de un modo u otro forman parte de la red de la Fundació Factor Humà

Francesc BeltriLa entrevista a Francesc Beltri comienza en el jardín del Ateneu Barcelonès, en el Palau Savassona, y termina en unas butacas de un rincón del primer piso. La lluvia ha estado presente y no parece que vaya a desaparecer deprisa. Ha llegado para quedarse, como muchos de los cambios de los que hablo con este profesor, consultor y coach.

Hablamos con Francesc Beltri (Palma de Mallorca, 1955) de tendencias en la función de Recursos Humanos, de las diferencias entre sus alumnos de aquí y de México, de los millennials -que ni él ni yo somos- y de los Premios Factor Humà. Duda poco, o eso parece, sólo cuando le pido qué pregunta le haría él al próximo entrevistado: "Es difícil hacer buenas preguntas", me dice.

Pregunta: Defiendes la idea de que "la principal fuente de aprendizaje es la experiencia propia". ¿Cuáles son las otras?
Respuesta: La experiencia de los demás y el hecho de compartir, de poner en común las vivencias. Es importante decir que, para aprender de alguien, no es necesario que sea de nuestro ámbito profesional. Cuando estás con alguien que ha profundizado en un campo de conocimiento, sea periodista, carpintero o modista, aprendes. En mi caso, yo aprendo muchísimo de mis clientes. Lo que hace la formación es, básicamente, entrenarte en una sensibilidad diferente. Pero si la formación no se complementa con la experiencia propia o ajena, es limitadora.

P: Entrevisté a Boris Mir, experto en el ámbito educativo, y me dijo que aprendemos de la misma forma a los tres que a los cincuenta y tres años, que los profesores universitarios deberían visitar las aulas de P3 para entender cómo aprenden los alumnos . ¿Cuando crees que empiezan a enseñarnos "como adultos"?
R: Yo creo que no hay cambio en la forma en la que enseñamos a los niños y a los adultos, sólo cambia el escenario. Obviamente, hay escenarios más amables para aprender: es más fácil llegar a tu audiencia en un círculo y sin mesas que encima de una tarima con un micrófono. Pero como te digo, creo que es una cuestión de escenario y, a veces, de la ropa que llevamos.

El aprendizaje es un proceso constante de asimilación y no puede ser conducido. Mira, hace unos años hice una presentación en una empresa y, al terminar, le pregunté al director si le había interesado el proyecto que les estaba proponiendo. "No mucho", me respondió, "pero te expresas muy bien. ¿Podrías ayudarnos con la comunicación?". Pensé que le había gustado más el envoltorio que el regalo. Yo quería encaminar el interés de este hombre, pero ¿con qué se quedó él? Nunca sabemos qué se queda de nosotros nuestro interlocutor.

P: ¿Cómo consigues el feedback?
R: Una vez oí a Humberto Maturana pronunciar una frase que me encanta: "Nunca sé qué he dicho hasta que me responden". A mí me gusta preguntar directamente. No es fácil, puesto que en las aulas te encuentras ante alumnos que evitan el contacto visual contigo. Yo he llegado al extremo, penoso, de comprar pelotitas de espuma y tirarla a alguien y pedirle: Y tú, ¿qué opinas? No te puedes imaginar cómo se bloquea la gente… Ciertos escenarios, como te decía antes, dificultan mucho la interacción. Deberías ver cómo el balón choca con la pantalla del ordenador, como se lo pasan de unos a otros...

P: Tú has impartido formación en muchos países. ¿Cuáles son las principales diferencias que encuentras en tus alumnos?
R: Hay muchas. Conozco sobre todo Latinoamérica, desde México a Argentina, y me llama mucho la atención, por ejemplo, el respeto por la jerarquía. A nuestros ojos, son terriblemente jerárquicos. Tú aquí haces un grupo de trabajo para que discutan un tema y, cuando terminan, alguien toma la palabra y explica de qué han hablado. En México, por ejemplo, haces esto y te piden que nombres a un portavoz, a un vocero. Entonces, allí siempre debes contar con que esperan que nombres, que valores, que digas quién lo ha hecho bien y quién mal, quién tiene razón y quién no. Les cuesta no obtener una respuesta taxativa. Por eso, cuando voy a estos países, les aviso antes de empezar que no estoy en posesión de la verdad. Quizá por la estructura social, la jerarquía está muy establecida. La credibilidad a menudo está ligada al lugar de dónde vienes.

P: Trabajas con personas y con organizaciones muy diversas: a veces en el sector industrial, otras en una empresa familiar. ¿Son muy diferentes las necesidades de las personas?
R: No es que se parezcan, es que son las mismas. Todo el mundo busca relaciones de calidad y eso requiere conversaciones de calidad. Si no tengo una conversación de calidad, la relación será pobre. Si la conversación es superficial, la relación será superficial.

Es cierto que en el caso de una empresa familiar, la complejidad es mayor porque se mezclan otras relaciones que no son estrictamente profesionales. Por ejemplo, en la empresa familiar, la muerte tiene un papel enorme. No quiero decir que en otro tipo de empresas la muerte no exista, puede haber un accidente o una desgracia, pero no es algo que se contemple como una variable a la hora de funcionar. En una empresa familiar está presente constantemente: "¿Qué pasará el día en que éste o aquélla no estén?" Creo que la complejidad de una empresa familiar no es comparable a ninguna otra. Pero en mi opinión, en lo demás, no hay diferencia: al final te encuentras con gente que decide, voluntaria o involuntariamente, a cambio de algo (sea sueldo o sea pertenencia), contribuir a la realización de un deseo grupal. Este deseo puede ser vender seguros, hacer botellas o salvar ballenas. Hay un deseo compartido que hace que un grupo se estructure en un modelo u otro de relación y diseñe un organigrama.

P: Las tendencias cambian muy deprisa, también en el ámbito de la gestión de personas. ¿Qué tendencias marcan, a tu juicio, la función de Recursos Humanos hoy en día?
R: De entrada, te diré lo que creo que ya no marca tendencia: la exclusividad y el horario fijo. Creo que son aspectos absolutamente caducos. La tendencia es que yo trabajo para ti unos ratos determinados, pero también puedo trabajar para otros en otros momentos. Y, ¿qué es eso de obligar a ser productivos de lunes a viernes, de nueve a seis? ¡Eso es imposible! Si me viene a la cabeza una idea el sábado mientras estoy en el cine, no siempre puedo dejarla para el lunes. O el lunes dedico tiempo a... ¡qué sé yo! Yo continuamente me pregunto si estoy o no trabajando. El concepto de trabajo está cambiando de una forma espectacular. Te pondré un ejemplo: empezamos a ver y cada vez veremos a más personas que dicen "seré tu director financiero, de acuerdo, pero además soy entrenador de hockey y colaboro en una ONG, así que necesito un par de días libres al mes". O gente que combina un trabajo estable con un negocio propio. Es más: cada vez está más valorado.

Me llamó la atención el titular de un artículo publicado recientemente en factorhuma.org. Decía que el éxito futuro depende de las preguntas que nos hacemos. Era un resumen de una entrevista al irlandés Charles Handy, en que este referente en el mundo del management vaticina un escenario de progresiva disolución de las empresas y las organizaciones como las conocemos hoy en día.

P: La disolución de la que habla Handy abarca, inevitablemente, la desregulación del mundo del trabajo. ¿Qué preguntas deberíamos hacer para garantizar, no ya el éxito futuro, sino nuestra supervivencia?
R: Hay una básica: ¿qué es lo que realmente te llena y quieres hacer?

P: ¿Cambia con la edad esta pregunta?
R: No, no lo creo. Ahora bien, la presión social no es la misma a los veinte que a los sesenta. Y uno tampoco se conoce de la misma manera unos años antes de la jubilación que cuando empieza a trabajar. Cuando eres más joven, la presión y la necesidad de aceptación suele ser muy altas. Pero la pregunta siempre es la misma: "¿Quién soy? ¿Qué quiero hacer?"

"Los millennials hacen bien de no escucharnos"

Hasta hace unos años, la expectativa de la mayoría de mis alumnos era entrar en una compañía como Hewlett-Packard (HP). Los mejores lo conseguían. Ahora, sin embargo, ¡los que sobresalen ya no quieren acabar en HP, ni en IBM, ni en Google! Se juntan dos o tres y con un conocido que tienen en Indonesia, por ejemplo, montan una empresa. La ambición de la generación más joven es la realización de un proyecto; la seguridad y el sueldo ya no es su prioridad. Prima tener un trabajo que permita viajar y hacer cosas con otra gente. El concepto de empleabilidad cada vez es más relevante. El millennial no está tan preocupado por la pertenencia a una empresa como por el desarrollo de competencias. Ya no se miran tanto los másteres como las experiencias. El millennial está más interesado en que le pasen cosas, que en hacer un recorrido diseñado por los que ahora tenemos sesenta años. ¡Hacen bien en no escucharnos!

P: Estuviste implicado en la creación del Premio Factor Humà Mercè Sala desde su creación, en 2009. ¿En qué reconocimientos os reflejabais? ¿Qué buscabais en el momento de su lanzamiento?
R: Recuerdo mejor en qué no queríamos caer. Insistí mucho, junto con otras personas, en que no fuera un premio al que la gente pudiera presentarse. El Premio Factor Humà Mercè Sala es un galardón que nace de la observación de buenas prácticas. Para mí, la diferencia es abismal. Todo el proceso, desde que se pone en marcha la edición hasta que se otorga, es confidencial. Sólo cuando el jurado ha deliberado, Anna Fornés, la Directora de la Fundació, lo comunica a la organización. Y claro, como todo el proceso es secreto, damos muchas volteretas para conseguir información... ¡Es muy divertido!

Y retomando la pregunta que me habías planteado, también tenía claro que no quería que fuera un premio de culto a la persona, a Mercè Sala. Admiro profundamente a Mercè: era muy cañera, muy interesante. ¡Puso en marcha la Fundació Factor Humà! Pero a mí me parecía muy importante que no convirtiéramos aquello en un culto a su persona. Simbolizaba una mirada sobre el mundo, a partir de unos valores, los suyos, que son los del Premio: trato humano, innovación, pragmatismo y visión global.

P: Sigues bastante implicado en la organización de los Premios. Este año se ha introducido la categoría Impacta, para organizaciones asociadas a la Fundació Factor Humà. ¿Cómo habéis vivido el inicio de esta nueva etapa?
R: Se daba la paradoja de que las organizaciones que forman parte de la Fundació Factor Humà no podían recibir el Premio, a pesar de ser entidades que tienen una alta sensibilidad en este ámbito. Había una especie de agravio comparativo. Hace unos años, pensamos que teníamos que corregir y crear una categoría específica para las organizaciones asociadas. Este año le hemos dado forma y así, por un lado, hemos galardonado El Celler de Can Roca con el Premio Factor Humà Mercè Sala y a APM Terminals, en la categoría Impacta.

Es necesario decir que pienso que deberíamos poder premiar a personas y proyectos específicos, no sólo a organizaciones. Una empresa puede tener un proyecto específico suficientemente alentador, interesante, innovador y orientado a las personas, pero es un proyecto, no es toda la empresa. ¿Por qué no premiarlo?

P: ¿Hacia dónde te gustaría que miraran los Premios?
R: Deberíamos buscar buenas iniciativas que merezcan ser premiadas también fuera de Cataluña, en el ámbito estatal y... ¿por qué no? ¡También en el internacional! Para mí es un reto que deberíamos asumir. El otro es ganar impacto y presencia social.

P: Siempre pido a los entrevistados una pregunta para la siguiente persona que pasará por la sección. La última entrevistada, Núria Basi, Presidenta del Grupo Basi, quería preguntarte ¿qué retorno haces a la sociedad?
R: Yo creo que más que retorno, debemos ser generosos con nuestros conocimientos. Abrirlos con un colega, un auditorio, un alumno... Quiero decir que el retorno para mí no es devolver lo que me han dado. Más bien, sería: me han pasado cosas, he generado un bagaje y está abierto. Si me lo pides, te lo daré.

No podemos poner fronteras al conocimiento. Evidentemente, hay un uso perverso, intencionado, pero ya existía antes. El porcentaje de perversos y piratas son los que antes te robaban la cartera. Siempre hay un porcentaje de malos. ¡A mí hasta me haría ilusión que alguien me copiara un artículo! Significaría que lo he hecho bien. Me interesa mucho el sentimiento de propiedad. Es un concepto que empieza a resquebrajarse. Es decir, yo ya no necesito tener un CD en casa, tengo Spotifiy; ni una película, estoy conectado a Netflix. Para mí son los primeros indicios que muestran que la apropiación exclusiva está empezando a cambiar. Como el crowdfunding, que está en pañales, pero, para mí, es otro modelo de relación económica.

P: ¿Qué pregunta le harías a la siguiente persona que pase por esta sección?
R: Es muy difícil hacer buenas preguntas. Una vez aprobé a un alumno porque me hizo una lista de diez preguntas. Eran tan buenas que le puse un excelente. Déjame que piense... Ya la tengo: La vida que llevas, ¿se parece a la que te gustaría?

P: ¿Qué pregunta te hubiera gustado que te hiciera?
R: ¿Qué haces en la Fundació?

P: ¿Por qué estás en la Fundació?
R: Creo que representa una seriedad, credibilidad y sensibilidad con las que me siento muy identificado. En los más de veinte años de historia de la Fundació, tengo la absoluta tranquilidad de que hemos sido rigurosos, que no se nos puede acusar de partidismo, de ningún color. La Fundació es una entidad seria y creíble.

 

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