A Esade s 'ha presentat el baròmetre Egarsat sobre absentisme laboral, un estudi coordinat pel professor Carlos Obeso que detecta una relació directa entre la manca de polítiques per millorar la satisfacció dels empleats i les absències.

La empresa fabricante de material de grifería Industrias Ramón Soler es un ejemplo de la tendencia en auge de dar más zanahorias que palos para combatir el absentismo. La compañía sufría hasta hace poco un alto índice de absentismo que obligó a dar un giro en la gestión. Después de una investigación interna, se dieron cuenta de que los empleados se quejaban de la poca sensibilidad de la compañía respecto a las necesidades de la plantilla. «El aumento de la flexibilidad respecto a la conciliación familiar es algo que los trabajadores valoran y acaban faltando menos al trabajo», explicó ayer Albert Ruiz, director de recursos humanos de Industrias Ramón Soler.

Este caso es uno de los que se expusieron ayer en Esade en la presentación del barómetro Egarsat sobre absentismo laboral, que detecta una relación directa entre la falta de política para mejorar la satisfacción de los empleados y las ausencias. Las bajas, según el estudio coordinado por el profesor Carlos Obeso, crecen «de forma sustancial cuando existe la percepción de inexistencia de una actitud de cuidado o preocupación por las personas o de un control fuerte del colectivo de trabajadores».

Cuidar los detalles

Esade intenta disuadir a las empresas de eliminar prestaciones sociales para la plantilla para que no suba el absentismo. Según el sondeo, los trabajadores de más edad suelen sufrir bajas de más de 10 días mientras que los más jóvenes faltan de uno a tres días. Entre las empresas con más experiencia en cuidar el «bienestar emocional» de los trabajadores se encuentra Nestlé. La última iniciativa ha sido ofrecer en el comedor un menú bajo en calorías que es el preferido por el 40% del personal. Son detalles en busca del bienestar. «Las personas tienen que sentirse reconocidas e importantes y que sepan que cuando no pueden ir al trabajo se les echa en falta», indicó Luis Miguel García, responsable de recursos humanos de Nestlé. Para Mateo Borrás, director de personal de Grífols, «es importante que el trabajador sepa que la empresa piensa en él no solo en relación con el resultado económico».

Pero no hay que perder el norte. «¿De qué sirve ofrecer un gimnasio a un licenciado universitario que cobra 1.000 euros?» La pregunta se la hizo Juan Antonio Ramos, responsable de personal de Spie, una compañía especializada en ingeniería. «A veces –dijo–, no es suficiente con medidas superficiales, sino que hacen falta reformas en la estructura».

Javier Ibars, de Foment, recordó la necesidad de mejorar la regulación de la incapacidad para evitar que las empresas asuman las «bajas sociales» por el cuidado de familiares. Tanto Ibars como Dionís Oña, de UGT, coincidieron en defender los horarios flexibles para reducir el problema. Sin embargo, los mimos al personal plantean el «problema filosófico de los límites de la intervención de la compañía», según Obeso, que confiesa: «Yo también implanté un menú más ligero en Esade».

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