Como ganador de un concurso humorístico de la televisión americana NBC, John Heffron no es el típico hombre de negocios. En los últimos años, con el éxito de ventas de un curioso juego de cartas para jugar en fiestas llamado That Guy! Game, él y su socio han tenido que ampliar la plantilla y enfrentarse a más y más quebraderos de cabeza organizativos. Si una cosa ha aprendido Heffron dirigiendo su empresa Eleven Eleven Productions, es que el humor es una forma segura de mantener la buena marcha de los empleados.
Desde su punto de vista, las organizaciones con entornos de “sólo-trabajo-nada-de-juegos” llevan a las personas a otras distracciones (desde soñar despiertos o navegar por Internet, hasta jugar al Solitario) para ayudar a pasar el tiempo. Llevando el humor a la oficina el directivo, por lo menos, puede tratar de controlar cuándo y cómo tienen lugar los inevitables entretenimientos de los empleados. “De todos modos, las personas van a buscar la forma de hacer que su jornada laboral se haga más corta”, afirma Heffron. “Quizás estaría bien implantar el mismo sistema en nuestras casas”.
Pero incluso en las oficinas relativamente relajadas, la idea de perder un poco el control desde arriba, les puede parecer espantosa a muchos jefes. Este hecho, según Ron Culberson, conferenciante y escritor que ayuda a las empresas a incorporar el humor, viene motivado por el paradigma de la vieja escuela que todavía hoy afecta a la mentalidad corporativa: “La impresión de que si te lo pasas bien en el trabajo, no estás trabajando lo bastante”, afirma.
El estudio del humor se ha ido convirtiendo en una disciplina seria. El humor no sólo puede reducir el estrés y ayudar a producir empleados más sanos y felices, sino que también puede mejorar la capacidad de las personas de retener y recordar información y de conectar y cooperar con los demás, afirma Culberson. Él ha estudiado y enseñado sobre los beneficios del humor durante más de dos décadas. También se ha formado como terapeuta de salud mental.
Bromear en el trabajo también se ha revelado como un estimulador del pensamiento creativo, para prevenir el burnout, generar lealtad e incrementar la productividad. “Cuánto mejor te lo pases, más podrás hacer”, dice Bruce Baum, profesor de Educación Especial en la Buffalo State University, consultor y antiguo miembro de la Dirección de la Association for Applied and Therapeutic Humor (Asociación para el Humor Aplicado y Terapéutico).
Tim Knox, antiguo dibujante de historietas que fundó cuatro empresas en Alabama en las décadas de los 80 y 90, dice que su capacidad para llevar la informalidad a situaciones empresariales tradicionalmente encorsetadas, le han valido la reputación de ser un tipo para el que es divertido trabajar. Esta fama, a su vez, le ha ayudado tanto a retener a empleados clave como a conseguir nuevas contrataciones. “Realmente no creo que hubiera llegado muy lejos sin el humor”, afirma. “Me ha servido de mucho”.
¿Cómo lo hace exactamente Knox? Tiene empleados que van con gorra a las reuniones, les motiva a colgar y poner cosas divertidas en sus lugares de trabajo, guarda algunos ejemplares de MAD (una conocida revista satírica norteamericana) entre su montón de revistas económicas serias y siempre tiene muchos libros de humor en la oficina. A estas alturas de su carrera, Knox dice que, en las reuniones de empresa, de él aún se espera que sea una especie de proverbial payaso, entre otras funciones. En su opinión, la clave no está tanto en explicar muchos chistes, sino simplemente en ser agradable y aprender cómo hacer que la gente se sienta a gusto.
Las grandes empresas también están encontrando ventajas en motivar a los empleados a que hagan un poco el payaso. Después de una etapa de crecimiento a mediados de los 80, la compañía de helados Ben and Jerry decidió formar la Joy Gang (“Pandilla de la Alegría”), un grupo de personas escogidas por los propios empleados que regularmente planean una serie de parodias divertidas, almuerzos temáticos, festividades y otras actividades motivadoras. “Convierte en divertida una parte oficial de la cultura corporativa”, afirma Lisa Sholk, especialista en marketing y que actualmente forma parte de la Pandilla.
En la compañía aérea Southwestern Airlines, el humor es una parte integral de la cultura corporativa de la que la compañía se enorgullece: contratar por personalidad y luego formar en habilidades, afirma la portavoz Brandy King. Este planteamiento ha hecho ganar a la empresa la reputación de ser un buen lugar para trabajar, con un equipo que tiene libertad para cantar sus propias canciones durante los vuelos o, si los aviones se retrasan, organizar concursos de chistes en las puertas de embarque.
“Lo más importante es relajarse”, dice Knox. “Es la empresa y es seria, pero puedes seguir pasándotelo bien”. Todo esto, por supuesto, es más fácil decirlo que hacerlo, pero con un poco de intención y esfuerzo se puede encontrar algo que se adapte a tu estilo, no importa el poco sentido del humor que creas que tienes.
Bruce Baum sugiere empezar guardando chistes graciosos, citas, noticias y fotos, y revisándolos de vez en cuando para poder inspirarse. Quizás también se podrían añadir al final de los comunicados internos, incluirlos en presentaciones o colgarlos en un tablón de anuncios diseñado con esa finalidad. En las reuniones se puede amenizar el ambiente poniendo algún elemento decorativo sorprendente, dar más tonos de voz a lo que se diga (mejor así que hablar siempre con uno solo) o, simplemente, pedir a los demás que expliquen algo divertido que haya pasado últimamente en la empresa.
Por supuesto, se debe ir con cuidado para que las bromas no resulten perjudiciales o degeneren en la ofensa. Según Culberson, la mejor manera de encontrar un equilibrio adecuado entre el trabajo y la diversión es hacer cambios pequeños y graduales que harán que, con el tiempo, el humor se pueda convertir en parte natural de la cultura corporativa.
Después de impartir una sesión de formación en el humor para unos abogados de una agencia federal de Washington, Culberson llevó al grupo de alumnos al tejado del edificio e hicieron juntos un muñeco de nieve. Aunque simple, la actividad representó un inesperado estallido de alegría y creó un sentimiento de unidad que nunca habían sentido antes. “No es un gran acuerdo, no va hacer que haya un gran cambio en los resultados empresariales, pero creo que actividades como ésta pueden cambiar las relaciones y las actitudes de manera que conduzcan a una mejora organizativa”, afirma.
Incluso si fallan todos tus intentos de hacer que tus empleados se diviertan, no desesperes. Si fuera necesario, puedes tratar de recurrir a un profesional como John Heffron; siempre y cuando no esté demasiado ocupado tratando de mantener entretenidos a sus propios empleados, claro.
Acceso a la noticia: http://www.fastcompany.com/articles/2006/04/laugh.html
Acceso a Association for Applied and Therapeutic Humor: http://aath.org