Santander ha vuelto a tomar el pulso a sus empleados, cuando se cumplen prácticamente dos años desde que se trasladó a las instalaciones de la localidad madrileña de Boadilla del Monte. Y ha descubierto que el proceso de adaptación a la Ciudad Financiera ha sido más rápido de lo que preveían los expertos de Recursos Humanos.
Según un estudio interno, el 70 por ciento de los encuestados -contestaron 2.632 empleados sobre 5.006- dice que ya se ha adaptado a su nuevo entorno laboral. Un entorno del que sus usuarios destacan los espacios de trabajo amplios y diáfanos, diseñados por el célebre arquitecto Kevin Roche. Y el conjunto de instalaciones de la 'ciudad ', que dispone de tiendas, restaurantes y centros deportivos. Incluso guardería, un servicio que se ha convertido en el icono del Centro Financiero y que goza del reconocimiento general de la plantilla. La utiliza un 10 por ciento del total.
Quizá en estos puntos se encuentra la explicación de por qué más de la mitad de los consultados "recomendaría a un amigo" aceptar un trabajo en la Ciudad Financiera, y cerca de la mitad, incluso, se muestra "orgulloso" de trabajar allí. Esta sensación es más fuerte cuanto más elevado es el puesto que ocupa el empleado en la escala jerárquica del grupo. Sólo un 15 por ciento se siente insatisfecho con el nuevo emplazamiento. Al menos estas son las conclusiones que se desprenden de la encuesta realizada por Millward Brown.
El entretenimiento y el ocio también ha conseguido adeptos. En este sentido, los trabajadores de Santander destacan la piscina, el gimnasio y el campo de golf entre sus preferencias. Aquí se nota una cierta diferencia de gustos, según el nivel del empleado. Los directivos acuden a las clases de golf, los demás prefieren el gimnasio.
Los restaurantes cuentan con el visto bueno de todos, por calidad, variedad y horario. Y es muy apreciada por la plantilla, sobre todo por la femenina, la zona comercial. Lo que echa en falta la mayoría de los trabajadores es una peluquería. Requerimiento que el banco tratará de cumplir en breve. Porque Santander, tras tomar nota de las respuestas recibidas, ya ha anunciado que los empleados tendrán pronto la peluquería deseada.
Pero no es oro todo lo que reluce. Trabajar a 30 kilómetros del centro de Madrid tiene para muchos sus inconvenientes. Los empleados se quejan de una sensación de "aislamiento" geográfico, que no se ve compensada ni siquiera por el buen funcionamiento del transporte entre Madrid y el Centro Financiero de Boadilla, un servicio que pertenece al propio banco.