Un indicio del terremoto que se ha producido en el movimiento sindical en Estados Unidos en los últimos veinte años se puede advertir esta semana en el hotel Bally´s de Las Vegas.
Los 2.000 delegados del sindicato del automóvil United Autoworkers Union (UAW) se alojaron en ese hotel durante su congreso anual, histórico este año, "porque la dirección sindical ha reconocido una nueva realidad, que la buena vida del pasado ya no es sostenible", según explicó Gary Chaison, autor de Unions in America (sindicatos en EE. UU.) (Sage, 2005). Curiosamente hay más esperanza de futuro sindical entre los trabajadores del hotel que traían la cerveza Bud y limpiaban las habitaciones de los visitantes de Detroit.
Los 33.000 despidos voluntarios y prejubilaciones pactados con General Motors y con la proveedora Delphi reducirán aún más el número de afiliados de la UAW, que se ha desplomado en los últimos 20 años de 1,5 millones en 1979 a 600.000. "Tocarán fondo en medio millón", dice Chaison. Ron Gettelfinger, el presidente del histórico sindicato, explicó la desaparición de una cuarta parte de los puestos de trabajo - los de más calidad en cuanto a sueldos y prestaciones- porque "esto ya no es una desaceleración cíclica, sino estructural". El sindicato se mostró más combativo con Delphi, en suspensión de pagos, cuya dirección trata de utilizar la ley de quiebras para incumplir los convenios. Chaison cree que GM intervendrá para garantizar los contratos en Delphi, su antigua filial, y evitar una huelga suicida que paralizaría la producción en GM. "Nadie quiere que GM suspenda pagos", dice. Éste será el desenlace de la táctica de poli bueno (Rick Wagoner, de GM) y poli malo (Steve Miller, de Delphi), con los sindicatos de espectadores.
Los fabricantes estadounidenses han registrado pérdidas constantes de cuota de mercado en EE. UU. frente a la competencia principalmente asiática no sólo de vehículos fabricados en el extranjero, sino de las nuevas plantas de Toyota, Nissan y Honda en los estados del sur y sudeste conocidos como right to work - derecho a trabajar, es decir sin representación sindical-, entre ellos Nevada. Ford se suma a la deslocalización y, según algunas filtraciones, pretende construir una nueva planta en México mientras cierra varias en EE. UU. El UAW ha destinado un presupuesto de 60 millones de dólares (47,5 millones de euros) para intentar organizar a trabajadores en plantas como Toyota y en las proveedoras, pero no será suficiente para frenar la caída de afiliados, dice Chaison.
La desaparición de empleo en Detroit "crea nuevas presiones bajistas sobre los sueldos en los servicios; un trabajador de cuello azul suele perder entre el 20% y el 25% de su poder adquisitivo cuando encuentra un nuevo trabajo", dice Jared Bernstein del Economic Policy Institute.
Por todo esto, es sorprendente que los camareros y hasta los crupiers en el hotel casino Bally´s pertenezcan a un sindicato cuya afiliación no deja de crecer. Todos los grandes hoteles en Las Vegas tienen representación sindical y la afiliación al sindicato de la hostelería Unite Here ha subido de 20.000 a 60.000 desde los ochenta. La remuneración en la hostelería en Las Vegas se sitúa un 30% o un 40% por encima de la media nacional. "La gran diferencia entre la UAW y nosotros es que no pueden deslocalizar la ciudad de Las Vegas", dice Kevin Kline, organizador de Unite Here. "No pueden exportar nuestros trabajos a una empresa en India", dice.
"La UAW es un gran sindicato y logró crear la gran clase media a mediados del siglo XX", dijo en referencia a los buenos sueldos que los trabajadores afroamericanos emigrantes desde el sur llegaron a cobrar en Detroit en los cuarenta y cincuenta. "Ahora nosotros estamos haciendo lo mismo". Hay más afilados sindicales - tres millones- en los servicios que en el sector manufacturero, que cuenta ahora con dos millones. El principal motivo para la escisión del sindicatos de servicios de la gran central de sindicatos AFL CIO el año pasado fue la convicción de los primeros de que hay que dar prioridad a las campañas de organización sindical.
Pero el optimismo de Unite Here puede ser el del casino. La afiliación sindical en la hostelería disminuye y en otros servicios en los que el empleo crece - como la distribución- gigantes como Wal Mart han aplastado todo intento sindical. Los datos son lapidarios: en EE. UU. sólo un 7,8% del empleo privado cuenta con representación sindical frente al 35% en los años cincuenta. "Hay algún pequeña historia de éxito para los sindicatos, pero jamás van a compensar lo que se pierde en los sectores manufacturero y de telecomunicaciones", dice Chaison.