L 'empleat ideal, si és home, ho ha de donar tot per l 'empresa. Si és dona, l 'empresa li obre totes les portes a que conciliï la vida laboral i familiar És un més de les inquietants anàlisis d 'un informe elaborat per Acció Social i Ciutadania.

La familia tipo catalana hace años que está en pleno proceso de cambio. Las madres se han ido incorporando progresivamente al mercado laboral (el 80% de las que tienen hijos adolescentes traen dinero a casa), los padres como mínimo ya asumen que parte de las tareas domésticas les corresponde a ellos realizarlas y los hijos --dicen las encuestas-- tienen en gran estima a sus abuelos pese a que ya no viven bajo el mismo techo como antaño. Aquí se acaba el retrato feliz. La Conselleria d 'Acció Social i Ciutadania acaba de sacar preocupantes conclusiones de una batería de 12.000 entrevistas a padres, madres y adolescentes catalanes realizadas durante los últimos cuatro años. El nuevo modelo cruje. Esa es la conclusión. ¿Culpables? Ahí va uno: "Las culturas empresariales continúan recompensando a los empleados que se comportan como si no tuvieran responsabilidades adicionales en la vida", avisa el informe.

El empleado ideal, si es hombre, debe darlo todo por la empresa. Si es mujer, la empresa le abre todas las puertas a que concilie la vida laboral y familiar con jornadas reducidas, sueldos recortados o relaciones contractuales más difusas. Es uno más de los inquietantes análisis del informe Tiempo de las familias elaborado por Acció Social. Atrás ha quedado el modelo tradicional de familia, el patriarcal del tipo qué hay hoy para cenar, cariño, pero, puertas afuera de casa, en la sociedad, el cambio ha sido menor. La distorsión está servida.

PAPÁ FUNCIONARIO

Cuesta romper los moldes. Los hombres, es cierto, se han empezado a implicar en las tareas domésticas, pero solo en aquellas que no son cotidianas, revelan las encuestas. Las mujeres, por su parte, no han sabido negociar en el seno de las relaciones familiares el poder que les otorga tener un sueldo propio, descubren las mismas encuestas. Hay excepciones. Bien, más que excepciones, matices. Los funcionarios públicos, por ejemplo, son los padres --si no se pone el listón muy alto-- ideales. Llegan antes a casa y dedican de media cuatro horas más por semana a tareas domésticas que los padres que tienen una empresa o un negocio. No es para echar cohetes, pero algo es algo.

Tiempo de las familias es, pues, la mejor radiografía disponible en la actualidad para saber cómo son los hogares con adolescentes. ¿Y para qué? Para encarar lo que otros países hace años que afrontan ya con enfoques, todo hay que decirlo, bien dispares. Los países escandinavos y Holanda hace tiempo que realizan intensivas campañas publicitarias para que los hombres presten más atención a sus hijos. El Reino Unido, siempre distinto, ha abierto un debate sobre si se debe penalizar de algún modo la negligencia familiar.

DE LOS ABUELOS, LA FOTO

A la espera de que Acció Social transforme en iniciativas políticas lo descubierto en el informe, quedan de momento sobre la mesa jugosos datos.

Bajo el mismo techo familiar conviven en Catalunya solo dos generaciones, padres e hijos. De los abuelos, solo suele haber la foto. Es así en tres de cada cuatro familias (78%). En idéntica proporción, el 73%, trabajan los dos miembros de la pareja. Ante esa situación, apenas sorprende que el 8% de los niños y adolescentes catalanes de entre 12 y 16 años no se encuentren a nadie en casa cuando cruzan el umbral de la puerta. Y eso que, cuando llegan a casa, no lo hacen directamente desde el colegio. Las actividades extraescolares o el ir por ahí con los amigos se ha convertido en el gran canguro del 84% de los adolescentes catalanes al salir del colegio.

CENICIENTAS MODERNAS

Otro frente que retrata el estudio es la pujanza de las nuevas fórmulas de familia. No solo crecen las monoparentales (el 16% de los menores encuestados ya saben de primera mano lo que es una separación), sino que surgen con fuerza las familias reconstituidas, que dan pie a nuevos fenómenos. Como Cenicienta, el 4% de los catalanes de entre 12 y 16 años conviven con hermanastros al menos una parte de la semana. La otra cara de la moneda es el 15% de adolescentes que no ha visto a su padre ni un solo día en el último año.

Son fenómenos nuevos y, se intuye, crecientes a corto plazo.

Accés al Departament d 'Acció Social i Ciutadania de la Generalitat de Catalunya: http://www.gencat.net/benestar

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