El análisis de las estadísticas en frío muestran que el mercado ha empeorado notablemente en aspectos como el desempleo, pero parece que ha mejorado en la reducción de la temporalidad. Lo que no muestran las estadísticas es la calidad del empleo ni la satisfacción del trabajador en su puesto de trabajo.
Desde el arranque del nuevo milenio, el mercado laboral ha cambiado en muchos aspectos. Los trabajadores se han bajado del andamio y han salido de las fábricas para emplearse en el sector servicios. Las mujeres se han incorporado masivamente al mercado de trabajo, en un periodo en que la presencia de mano de obra inmigrante se ha multiplicado por tres y ha envejecido de forma preocupante la población activa. Y mientras sucedían esos cambios, el crecimiento de cerca de tres millones de ocupados no ha evitado que haya dos millones más de parados. Aunque la tasa de temporalidad se ha reducido ligeramente, los trabajadores más precarios se distribuyen en todas las franjas de edad mientras crece el porcentaje de personas que pese a tener un trabajo son pobres, un 13%. El análisis del mercado laboral desde el 2000 se debe dividir en dos grandes periodos separados por el arranque de la crisis en el 2007: el primero de fuerte expansión al calor del boom inmobiliario y el segundo de rápida contracción del que –con altibajos– se va saliendo.
Hoy los empleados trabajan en buena parte en empleos distintos a los que tenían en el año 2000. Tres de cada cuatro trabajadores (el 76%) está englobado en el sector servicios ya sea en una empresa relacionada con el turismo o en una compañía nueva surgida de la digitalización de la economía. En el 2000 ese porcentaje era del 63%. Los sectores que más peso han perdido son la industria (su peso pasa del 19,6% al 13,8%) y la construcción (del 11,2% al 5,9%).
La desindustrialización que vive España se debe tanto a factores internos (aumento de los costes laborales y la consecuente pérdida de productividad) como factores externos (globalización o el efecto de las divisas). Laura Pelay, de UGT Catalunya y trabajadora de Seat, apunta también que en los últimos años muchos de los empleos adscritos a la industria como la limpieza o la seguridad han pasado a manos de subcontratas englobadas en el sector servicios.
El director de Coyuntura y Estadística de Funcas, Raymond Torres, apunta otras razones de esa terciarización y del mantenimiento de la temporalidad: “cambia por la digitalización de la economía, que provoca que mucho del empleo que se crea nuevo se base en la digitalización. Y suele ser empleo de servicios de mercado y no turísticos”. En ese sector se englobarían desde las actividades de consultoría que hoy día es inseparable de las nuevas tecnologías hasta las actividades de programación. Torres añade que “el mercado laboral cambia de la mano de la economía”.
Contestada la pregunta de dónde se trabaja, ahora se debe responder quién trabaja. Las estadísticas muestran que trabajan más mujeres, más inmigrantes y menos jóvenes. La tasa de actividad femenina creció ininterrumpidamente entre el 2000 y el 2013 mientras en los últimos tres años ha retrocedido unas décimas, hasta situarse en el 53,6%. “La incorporación de las mujeres es por la llegada al mercado laboral de unas nuevas generaciones con mayor nivel educativo”, dice Torres. No obstante el colectivo sigue sufriendo una fuerte discriminación puesto que sus salarios son claramente inferiores a los de sus compañeros varones. Las mujeres de cobran de media un 14% menos que los hombres pero en determinados cargos esa diferencia puede ser aún mayor. “Además sigue existiendo el techo de cristal” para las mujeres, recuerda Carlos Obeso, profesor de Esade.
La entrada de mano de obra inmigrante ha hecho que su peso respecto al total pase del 5.1% en el 2000 al 15,1% el año pasado. Muchos de los inmigrantes llegaron en el citado periodo expansivo que va del 2000 al 2007 fundamentalmente para ocupar puestos de baja calificación que no eran cubiertos por los nativos como la construcción o los servicios a las personas. Pelay avisa que las estadísticas oficiales no muestran la importante bolsa de inmigrantes que hay en la economía sumergida y que podrían incrementar el peso respecto al total. A finales del 2016, la EPA (Encuesta de Población Activa) mostraba que había 2,9 millones de inmigrantes mientras que en el 2000 sólo había 795.000.
En cuanto a los jóvenes, si en el 2000 el 42,3% de los empleados tenían menos de 34 años, hoy los jóvenes representan el 24,9%. La analista de AFI, María Romero, dice que “en los últimos años ha aparecido el fenómeno nuevo de los ninis que antes o no existía o no se evidenciaba tanto por la ola de crecimiento del empleo en el que estábamos inmersos”. Por ninis se conoce a aquellos jóvenes que “ni” estudian “ni” trabajan. Según la OCDE, si en el 2005 el porcentaje de jóvenes de entre 15 y 29 años que ni estudiaban ni trabajaban era del 15,9% (un punto por encima del promedio de los países de la OCDE), en 2015 esta tasa se elevaba hasta el 22,8%.
Los jóvenes en el mercado laboral actual también sufren de una diferencia respecto a hace casi dos décadas: la sobrecualificación. Según un informe de Esade, el 40% de los universitarios está ocupado en puestos que requieren un nivel profesional inferior. “Este es un fenómeno que apenas existía en el año 2000”, dice Raymond Torres. Laura Pelay avisa que hay profesiones que se han desprestigiado y otras en las que no hay una correspondencia entre la formación y el mercado de trabajo. “¿Por qué no hay un FP especializado en formar camareros?”, se pegunta Pelay.
La sindicalista de UGT añade que un elemento nuevo en el mercado de trabajo y que no existía en el 2000 son las empresas multiservicios, que permiten pagar el salario mínimo interprofesional pese a que el negocio en el que trabajan tenga un convenio sectorial con un sueldo mayor. El caso más evidente es el de las autodenominadas kellis, que son las camareras de piso que limpian habitaciones del hotel por salarios de miseria. Después de que en los primeros años del nuevo milenio se estableciera que el sueldo de un trabajador de ETT (empresa de trabajo temporal) debía cobrar lo mismo que uno de plantillas, la reforma laboral del PP en el 2012 abrió la puerta a las multiservicios.
Los trabajadores de esas empresas cobran sueldos muy por debajo de los 1.000 euros que si bien ya fue una bandera antes de la crisis, aún no se ha conseguido. Las estadísticas muestran que el coste salarial medio es de 2.010 euros, casi un 40% más que el del año 2000. Ese incremento es prácticamente el mismo que el que se ha dado en el IPC. No obstante es evidente que la crisis ha pasado factura a muchas personas incrementando la figura del trabajador que pese a recibir un sueldo es pobre. Eurostat considera pobres a aquellos trabajadores que cobran menos del 60% del salario medio. En España hoy hay en esa situación un 13% de los ocupadas, dos puntos más que lo que había en el año 2004. Un informe del Banco de España muestra también que en los últimos años ha crecido ligeramente la diferencia entre el salario que cobran los nuevos contratados respecto a los que están en activo y que es hoy del 25% menos. Esa brecha que en el 2008 estaba en el 20%.
Sobre la temporalidad, Jordi García, de CEOE, reconoce que “el stock de temporalidad sigue siendo el doble de los países del entorno” y apuesta por reformar el contrato indefinido para atajarlo. Carlos Obeso cree que el verdadero cambio del mercado laboral en los últimos años es que los trabajadores han pasado de la idea de que un empleo era para toda la vida a la incertidumbre sobre el futuro del puesto de trabajo ocupado. Aunque es difícil medirlo con estadísticas.
Estadísticas con luces y sombras en el periodo
- La ocupación crece un 18,3%
La ocupación ha tenido una evolución positiva si se analiza el periodo en su conjunto, ya que los puestos de trabajo se han incrementado en cerca de 3 millones. No obstante se aprecian dos procesos opuestos: el primero, expansivo, que se desarrolló del 2000 al 2007, cuando la economía fue capaz de crear más de 5 millones de empleos. En el segundo periodo, a partir del 2007, cuando la economía perdió más de 3,4 millones, de los que se han recuperado poco más de 1,2 millones.
- Más mujeres en el mercado laboral
La mayor incorporación de la mujer al mercado laboral es una de las principales características de los últimos 16 años. La tasa de actividad (porcentaje de personas que trabajan o buscan trabajo) de las mujeres pasó del 41,4% en el 2000 al 53,6% el año pasado. Ese proceso se dio al tiempo que se produjo un ligero retroceso de la tasa de actividad masculina, que pasó del 66,5% al 65,1%. Las nuevas generaciones de mujeres mejor formadas son las que se incorporan masivamente al mercado.
- El mercado se ‘terciariza’
Uno de los cambios más importantes que ha sufrido el mercado laboral español es la terciararización, de tal manera que hoy 3 de cada cuatro personas trabaja en el sector servicios. Cuando comenzó el nuevo milenio los empleados en el sector servicios representaban un 63%. Las pérdidas más destacadas están en la industria, donde se ha pasado del 19,6% al 13,8% y en la construcción: del 11,2% al 5,9%. El problema de este proceso es que el sector servicios normalmente tiene sueldos más bajos.
- Envejecimiento de los trabajadores
La demografía, los cambios legislativos en relación con la jubilación, la mayor formación de los jóvenes y la crisis económica ha comportado un claro envejecimiento del mercado laboral. Si en el 2000 alrededor de 42 de cada 100 trabajadores tenía 34 años o menos, en el 2016 los jóvenes son 26 de cada 100. El nuevo escenario trae también como consecuencia un aumento del paro juvenil: el año pasado el porcentaje de parados entre los menores de 25 años era del 42,91%.
- Se triplica el peso de los inmigrantes
El peso de los trabajadores inmigrantes en relación con el conjunto de empleados prácticamente se ha multiplicado por tres en el periodo analizado. Si en el año 2000, los inmigrantes representaban el 5.1% de toda la fuerza de trabajo ese porcentaje era del 15,1% el año pasado. Este efecto es especialmente importante si se tiene en cuenta que durante este periodo aumentó la población ocupada, lo que significa que los inmigrantes no sustituyeronalos nativos sino que los complementaron.
- La temporalidad sigue alta
La tasa de temporalidad se redujo en el periodo analizado del 31,7% al 26,5%. Según datos del INE, el volumen de afiliados a la Seguridad Social con contrato indefinido en el régimen general (sin contar empleados del hogar y agrarios) ha crecido pasando de 7,1 millones en el 2001 al 9 en el 2016. Y se han reducido los temporales de 4,3 millones a 3,9 millones. Lo que sucede es que los temporales cada vez acumulan más contratos en un mismo año: de media firmaron 4,6 en el año 2016 frente a los 2,9 del 2006.
- Los sueldos crecen igual que el IPC
Los salarios en España no han ganado poder adquisitivo en los últimos 16 años. Según datos del INE, el incremento de casi el 40% del coste salarial del 2000 (1.444,37 euros) respecto al del 2016 (2.010,73 euros) es prácticamente el mismo que ha registrado el IPC en el periodo. El coste salarial recoge todas las retribuciones que percibe un trabajador tanto en efectivo como en especie. La evolución del coste salarial corrigiendo los efectos estacionales es similar.
- Más trabajadores pobres
El volumen de trabajadores considerados pobres se ha incrementado en los últimos años, según datos de Eurostat. La Unión Europea considera que un trabajador es pobre cuando su sueldo es inferior al 60% de la media salarial de su país. En esa situación estaban el 10,8% de los trabajadores en el 2004 (año en el que arranca la serie histórica) mientras que en el año 2015 (último ejercicio con datos disponibles) el porcentaje se había incrementado hasta el 13,1%.