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Artículo de opinión: Generar empleo

Carlos Obeso, Profesor del Departamento de Dirección de Personas y Organización de Esade: "Desde hace una década muchos países europeos han ido descentralizando sus estructuras de negociación. Concluir que estas tendencias a lo que apuntan es a un mercado no regulado entre empresas, y que esa es la senda correcta para crear empleo, es un error que los países mas competitivos de Europa no cometen."


Hay razones que explican las dificultades de España para  generar empleo y la estructura de la negociación colectiva podría ser una de ellas.  Los convenios provinciales de sector regulan las condiciones de trabajo de casi un 55% de los trabajadores y un 75% de empresa solo cubren a un 10% de trabajadores. Un modelo que los académicos denominan como semicentralizado y semiatomizado y que la teoría económica convencional considera que es el que obtiene peores resultados económicos.

A partir de esa  constatación, la corriente reformista, dominante en España, asume que esa estructura dificulta la adaptación de los salarios a la realidad de la crisis; plantea dar un mayor protagonismo a la negociación de empresa y mayores facilidades para descolgarse de lo pactado en los convenios sectoriales. Esto, en la práctica, supone una desregulación creciente del mercado laboral. No todos están de acuerdo.

Un economista prestigioso como Ignacio Pérez Infante, partidario de hacer reformas, comenta sin embargo que «a largo plazo y con retardos, la evolución de los salarios pactados reales está relacionada bastante estrechamente con la situación económica, lo que parece contradecir la afirmación de que los salarios acordados en los convenios colectivos sean muy rígidos en España». Es decir, que quienes negocian convenios sectoriales no se tiran piedras sobre su propio tejado acordando salarios no competitivos que ahoguen a las empresas.

Pero hay más. La OCDE afirma: «La destrucción de empleo ha aumentado más en los países que han tendido a reducir la centralización que en los que no han adoptado esa medida. La  centralización y la coordinación de la negociación colectiva va acompañada de un nivel más bajo de paro». Una forma elegante de decir que la desregulación del mercado laboral no es buena para el empleo.

Es verdad que, desde hace una década, muchos países europeos han ido descentralizando sus estructuras de negociación. Concluir que estas tendencias a lo que apuntan es a un mercado no regulado entre empresas, y que esa es la senda correcta para crear empleo, es un error que los países mas competitivos de Europa no cometen.

Porque de lo que se trata, no es tanto de cambiar el nivel donde se deciden las condiciones de trabajo, sino de articular una estructura multinivel, en la que el sector siga regulando las relaciones laborales básicas, limitando la competencia salarial a la baja que deprime la demanda interna, dejando a las empresas que estén capacitadas (y enseñando a las que no lo están) la labor de negociar mejoras en la productividad innovando fundamentalmente en procesos productivos y estructuras organizativas. No es fácil, ni se improvisa en un día, pero si hay voluntad de mejora, hay ejemplos de los que aprender, fuera de nuestras fronteras, pero también dentro.

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Carlos Obeso (El Periódico)

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Carlos Obeso, Profesor del Departamento de Dirección de Personas y Organización de Esade: "Desde hace una década muchos países europeos han ido descentralizando sus estructuras de negociación. Concluir que estas tendencias a lo que apuntan es a un mercado no regulado entre empresas, y que esa es la senda correcta para crear empleo, es un error que los países mas competitivos de Europa no cometen."


Hay razones que explican las dificultades de España para  generar empleo y la estructura de la negociación colectiva podría ser una de ellas.  Los convenios provinciales de sector regulan las condiciones de trabajo de casi un 55% de los trabajadores y un 75% de empresa solo cubren a un 10% de trabajadores. Un modelo que los académicos denominan como semicentralizado y semiatomizado y que la teoría económica convencional considera que es el que obtiene peores resultados económicos.

A partir de esa  constatación, la corriente reformista, dominante en España, asume que esa estructura dificulta la adaptación de los salarios a la realidad de la crisis; plantea dar un mayor protagonismo a la negociación de empresa y mayores facilidades para descolgarse de lo pactado en los convenios sectoriales. Esto, en la práctica, supone una desregulación creciente del mercado laboral. No todos están de acuerdo.

Un economista prestigioso como Ignacio Pérez Infante, partidario de hacer reformas, comenta sin embargo que «a largo plazo y con retardos, la evolución de los salarios pactados reales está relacionada bastante estrechamente con la situación económica, lo que parece contradecir la afirmación de que los salarios acordados en los convenios colectivos sean muy rígidos en España». Es decir, que quienes negocian convenios sectoriales no se tiran piedras sobre su propio tejado acordando salarios no competitivos que ahoguen a las empresas.

Pero hay más. La OCDE afirma: «La destrucción de empleo ha aumentado más en los países que han tendido a reducir la centralización que en los que no han adoptado esa medida. La  centralización y la coordinación de la negociación colectiva va acompañada de un nivel más bajo de paro». Una forma elegante de decir que la desregulación del mercado laboral no es buena para el empleo.

Es verdad que, desde hace una década, muchos países europeos han ido descentralizando sus estructuras de negociación. Concluir que estas tendencias a lo que apuntan es a un mercado no regulado entre empresas, y que esa es la senda correcta para crear empleo, es un error que los países mas competitivos de Europa no cometen.

Porque de lo que se trata, no es tanto de cambiar el nivel donde se deciden las condiciones de trabajo, sino de articular una estructura multinivel, en la que el sector siga regulando las relaciones laborales básicas, limitando la competencia salarial a la baja que deprime la demanda interna, dejando a las empresas que estén capacitadas (y enseñando a las que no lo están) la labor de negociar mejoras en la productividad innovando fundamentalmente en procesos productivos y estructuras organizativas. No es fácil, ni se improvisa en un día, pero si hay voluntad de mejora, hay ejemplos de los que aprender, fuera de nuestras fronteras, pero también dentro.

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